Mi Oración: (Tercera Parte)

in #spanish6 years ago

Con este capítulo de ”MI Oración”continuamos el ciclo de peticiones a nuestro Padre y Señor con las metas de mediano y largo plazo.

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Entre las metas de mediano plazo te pido la exitosa consumación de mis proyectos
Si bien no tenemos una precisión del tiempo exacto que se puedan llevar aquellos proyectos que requieren mayores lapsos de los que normalmente se llevan los objetivos de corto plazo, como por ejemplo: una carrera universitaria, reunir dinero para comprar una vivienda o emprender un negocio, podríamos considerarlos entre nuestras metas de mediano plazo. Muchas de ellas quedan inconclusas en el devenir del tiempo, bien sea por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, y que resultan ser muy frustrantes, como también por darnos cuenta en el transcurso de los acontecimientos que no era lo que realmente deseábamos. Por cualquiera de estas causas, es natural que pensemos que hemos perdido recursos, esfuerzos y tiempo valiosos, pero en realidad hemos obtenido a cambio una enseñanza que formará parte de la experiencia que necesitamos para evolucionar; éste es el sentido positivo de afrontar estas contrariedades, porque nunca serán vistas como fracasos en nuestra vida y de esta forma nos reafirmamos como seres exitosos. Lo más importante del logro de nuestros proyectos es su consumación, ya que esto implica sacarle provecho a los frutos obtenidos por nuestro esfuerzo. Si existen algunas metas de especial importancia que queramos alcanzar, este es el momento para mencionarlas.
Entre las metas de largo plazo te pido prepararme física y mentalmente para una vejez libre de enfermedades y dolencias, que sea satisfactoria y en sublime paz
Las metas de largo plazo representan la obertura de la vida. Cuando los seres humanos dejamos de plantearnos nuevos proyectos marcamos el momento en que envejecimos. Para los que corren con la suerte de llegar a la vejez, podría ser muy corta para algunos, aunque todos deseamos tener una larga vida mas no pasar una vejez quejosa producto de alguna enfermedad o un mal estado de salud que nos mantenga con incómodas dolencias. Con el favor de Dios podemos llegar a tener una vejez que, disfrutando de la cosecha obtenida por las metas alcanzadas, se nos hagan satisfactorios los últimos años en vida carnal y, sobre todo, alcanzar la paz interior que nos mantiene en ese estado sublime de justo equilibrio entre la vida terrena que nos rodea y el mundo espiritual en que estamos inmersos.
Entre las metas de largo plazo te pido prepararme para el viaje trascendental a la desencarnación
Como dije en párrafos anteriores, no me gusta utilizar la palabra “muerte” cuando culmina nuestra vida terrenal, prefiero el término “desencarnación” porque denota abandonar la carne o cuerpo carnal. No existe viaje más trascendental en la vida, en el sentido literal de la palabra, que ese momento ineludible en que pasamos al plano inmaterial; este evento tan importante de nuestra existencia amerita el último entrenamiento al que debemos consagrarnos: prepararnos para la desencarnación. Existen culturas y religiones que se toman con seriedad este proceso culminante, incluyendo la práctica de algunos rituales pre-expiratorios. En el ámbito teolístico este propósito se lleva a cabo a través de la oración, preferiblemente en estado de meditación, bien sea incorporando un anexo en nuestra oración diaria, o en un momento especial que le dediquemos todos los días. Una vez sumidos en un estado de paz interior comenzamos pidiéndole perdón a Dios por todas nuestras faltas y, muy importante, perdonarnos a nosotros mismos; solo en este estado de conciencia inmaculada podemos alcanzar los niveles más álgidos del plano inmaterial. En esta dedicatoria también declaramos el modo o las condiciones en que desearíamos abandonar la vida terrena, con plena convicción de que nuestro Padre y Señor, único ser con el poder de llevarnos y traernos de vuelta, nos escucha y nos complace. Por último, le pedimos al Altísimo que nos vuelva a dar la oportunidad de reencarnar en unas condiciones de vida mejor a las que sobrellevamos actualmente, hasta que Él crea que hemos madurado espiritualmente o que no hagamos más falta en el mundo para su propósito divino, para no tener que regresar a este plano.
Todo esto te lo pido en bien y gracia, en armonía para con todos y de manera perfecta
Quiero hacer la observación que este decreto metafísico tiene como autora a mi estimada y siempre recordada Conny Méndez, de quien no dudo haber sido una maestra ascendida que dejó en vida carnal aportes de sabiduría para todos los que hemos tenido la suerte de estudiar y comprender sus contenidos bibliográficos, y que me honra colocar en esta oración parte de sus tributos. Cuando pido que mis peticiones se hagan en “bien y gracia” me refiero a que los recursos obtenidos por la gracia de Dios sean canalizados para el propósito en que los solicité y no se desvíen para tener que desperdiciarlos en alguna eventualidad para la que no estaban dispuestos.
Pedir que los obtenga “en armonía para con todos” implica que nadie debe salir perjudicado de alguna forma al obtener los beneficios requeridos; mejor aún, si de estos beneficios pueden salir favorecidos mis congéneres directa o indirectamente.
Por muy meticulosos que seamos en nuestras peticiones, nuestra imaginación jamás se pondrá a la par del alcance que nuestro Padre y Señor tiene para concedernos cualquier cosa que necesitemos, de manera que, en su omnipotencia, es capaz de superar nuestras expectativas mejorando lo que nuestra limitada imaginación sugiriera; de hecho, muchas de nuestras propuestas podrían ser contraproducentes a la larga por no tener pleno conocimiento de la situación en que son requeridas, de manera que no debemos sentirnos frustrados cuando no se cumplen nuestras peticiones al pie de la letra, porque, como reza el dicho popular, “no hay mal que por bien no venga”. Cuando pido que sea ”de manera perfecta” le estoy indicando a Dios que prefiero que me beneficie mejorando las cosas a que como yo se las pido.
De esta forma cierro el ciclo de las peticiones. En el siguiente y último capítulo de la serie ”Mi Oración” expongo mis agradecimientos a Dios como final de la oración.

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