Pero ¿yo qué sé? || Crónicas de una adolescencia en Venezuela.

¡Saludos a la comunidad hispanohablante de Steemit! ¡Mi nombre, es Blanca!

Con este post inicio la serie de "Crónicas de una adolescencia en Venezuela", donde estaré narrando cómo se vive la situación actual en el país, desde el punto de vista de una joven promedio.

El transporte público nunca falla en ser la forma en la cual se adquiere conocimiento popular más rápidamente. En un lapso de 30 minutos, puedes enterarte de 5 lugares donde estén vendiendo harina y aceite, a quiénes detuvieron y a dónde, los precios de la comida en la frontera, cómo se vive en las minas, las últimas hazañas del gobierno en cadena nacional y por qué no, también lo que hizo el hijo mayor de alguna señora a la cual no conoces, pero que por algún motivo quiere hablar contigo sobre su vida.

También es la forma más rápida de medir el nivel de desinformación actual en la ciudad.

Sinceramente, no es una sorpresa que a estas alturas del año, todavía existan personas que crean en cadenas de WhatsApp, en chismes, cadenas en redes sociales varias y "datos" de amigos en ciertas posiciones del gobierno. Lo cual hace que me pregunte, realmente ¿quién sabe más?

A diario escucho cientos de preguntas diferentes. ¿Por qué se ajustan los precios según el dólar, si en Venezuela se usan bolívares fuertes? ¿Por qué no solucionan la falta de efectivo, imprimiendo más efectivo? ¿Por qué no incrementan el salario de tal forma que alcance para todo lo necesario? ¿Por qué venden el efectivo en la frontera?

Son preguntas comunes, para personas comunes con conocimiento común de economía. Muchos de nosotros no necesitaríamos saber sobre control cambiario y comercio exterior de no ser por la situación actual.

¿Por qué se ajustan los precios según el dólar? Tan sencillo como que la gran mayoría de los productos que se consumen actualmente, son de importación, y para tales rubros se requieren dólares. ¿Por qué el dólar negro está tan increíblemente alto? Es una de las terribles consecuencias de la devaluación masiva del billete. ¿Por qué hay falta de efectivo? Porque lo venden en la frontera para adquirir monedas internacionales, y con ellas, dólares. ¿Por qué? Porque el dólar es casi imposible de adquirir en bolívares fuertes. ¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

Hace muchos años, Simón Bolívar pronunció uno de sus pensamientos más célebres, y es que un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción.

A diario no hago más que preguntarme muchas cosas. ¿Qué tal si se impartiera economía dentro del pensum escolar? ¿Qué tal si se impartiera política? ¿Qué tal si en lugar de votar por votar, las personas en realidad sí se pensaran su voto? ¿Y qué tal si dejáramos de pensar cosas como "el gobierno no nos da", "el gobierno nos tiene que regalar", "el gobierno tiene que subsidiar", y en lugar de eso pensáramos "el gobierno debe planificar", "el gobierno debe sumarse a la política económica mundial" y "el gobierno debe crear emprendedores"?

¿Qué tal si dejáramos de pensar que el gobierno está obligado a regalarnos cosas? O mejor aún, nos diéramos cuenta que sus "regalos" tienen el único propósito de comprar votos a de las comunidades más influenciables y vulnerables.

¿Qué tal si dejáramos de ver las cosas en blanco y negro, azul y rojo, y más como lo que son?

Las mentiras que funcionan y las que no.

Seamos sinceros, todos los políticos mienten, es su trabajo. Realmente, todo el mundo miente, pero hay una tremenda diferencia entre "no me comí tu chocolate" y "Los culpables de la situación del país son los grupos opositores, el gobierno estadounidense y los golpistas extranjeros que prolongan la guerra económica".

Quizás el problema sea que muchas veces nos creemos listos, cuando en realidad nos estamos transformando en conformistas inocentes. El momento en el que se deja de pensar "si el sueldo me alcanzara", y se comienza a decir "si la caja clap pasara más seguido", es quizás el punto sin retorno. El momento en el que dejamos de dudar cada palabra que salga de la boca de los líderes y comenzamos a creerles sin cuestionarles, es el momento en el que nos convertimos en el instrumento ciego de nuestra propia destrucción.

No puedo saber cómo eran las cosas antes de esta catástrofe, porque simplemente no viví ese momento. Mis padres suelen decirme que, "al principio de este gobierno, estábamos bien", pero expropiaciones masivas, despilfarros en propaganda política y una militarización del gobierno, no es "bien".

No puedo saber cómo eran las cosas "antes de", más que por libros de historias, anécdotas ajenas y viejas fotografías. El hecho de tener 16 años, para muchos adultos, invalida por completo mi opinión sobre este gobierno, porque no conocí a la derecha de la cuarta república, no viví la era copeyana ni el caracazo.

Así que, ¿yo qué sé?

Lo que sé es que vivo en un país cuyo gobierno convenció a un pueblo entero de que solo merece las migajas de lo que los grandes líderes tengan ganas de darle, los cegó de cifras oficiales y realistas, sigue intentando vender una política económica fracasada y se mantiene en el poder mediante trampa y militarización.

Lo que sé es que vivo en un estado que está al mando de criminales, que lentamente está siendo destruido por la explotación indiscriminada de los pocos recursos minerales que quedan en el cauce del Orinoco, cuyo fruto nunca llega al pueblo y se pierde entre grupos delincuentes y grupos gubernamentales (que, a estas alturas, ya no se distingue cuál es cual).

Lo que sé es que cientos de jóvenes se ven forzados a abandonar sus estudios para comenzar a trabajar, porque un título universitario vale poco o nada. Que los doctores ganan menos que los revendedores informales. Que el transporte público consta de camiones de carga de ganado.

Yo solo sé que no existe tal cosa como la verdad absoluta, y por ende, realmente no sé nada. Yo solo sé, que quizás se muy poco.

Con todo y todo, quizás se más que muchos, y es por eso que estamos atrapados.

¿Quién sabe más? Es difícil medirlo en un país donde quienes no saben nada, creen que lo saben todo, quienes saben mucho, dicen mentiras, los culpables desaparecen y quedan impunes, los inocentes sufren, y una joven de 16 años se pregunta qué sabe realmente.