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RE: El muchacho, el lobo y el hombre (Segunda Parte)
Había olvidado el chocolate La Cibeles, es verdad, qué rico estaba. Das un repaso con gran naturalidad por muchos detalles interesantes, y, como si fuera un puzzle bien hecho, todo encaja. Ah, y esa poesía de “rocío celosamente abrazado a la hierba”.
¿Tú también conociste el chocolate La Cibeles?. Estaba de muerte. En realidad, esta historia me está atrapando y a medida que me introduzco en ella, voy recordando otros detalles que siguen ahí latentes. Tengo tantos recuerdos de esos periodos estivales en la casa familiar de los abuelos, allí en Asturias, que ahora, al cabo de los años, cuando pienso en ellos, hasta puedo sentir ciertas impresiones que tenía entonces. En fin, será que me estoy sugestionando yo solito. A veces no se puede evitar que la prosa rime.
Claro, lo compraba en la tienda de Jose. La poesía no lo es por rimar, sino por la forma de expresar una emoción, y está claro que está despertando en ti la visión del niño y cómo sentía todo lo que describes, la infancia es el reino de la mirada poética. Una suerte.
Pues yo sólo lo cataba cuando iba a Asturias. Los Parlero tenían un pequeño almacén y allí nunca faltaba. Pero a mí me gustaba más mangárselo a la Fernanda. Menos mal que la pobre mujer se lo tomaba con humor. Cierto lo que dices que la infancia es el reino de la mirada poética. Esta frase me ha gustado. Sólo espero que mi subconsciente, que es muy rebelde e independiente, no te la robe algún día, como el Juancar junior mangaba el chocolate.
Te la regalo.
Gracias. Me la quedo entonces