El taburete de oro (I)
Steemados lectores, he empezado a escribir una novela, sigue siendo un caos en mi cabeza, pero empieza a tomar forma. Este es el comienzo, espero ir compartiendo aquí su desarrollo, una especie de work in progress, me parece que se llama. Allá va:
-¿Cómo lo quiere?
Celia se quedó mirándolo como se hace con quien no esperas.
-El café... -se vio obligado a aclarar el camarero.
-Solo -contestó rápidamente, después del sobresalto nacido de la pregunta.
Tras ir a la deriva por las calles, sin pensar a dónde dirigía sus pasos, entró en aquel bar para refugiarse, aunque no sabía si de la lluvia que ese día azotaba sin explicaciones, de la extraña luz de las nubes que recorrían el cielo, o de la sensación plomiza que no le dejaba pensar con claridad.
No era un día distinto a cualquier otro, pero no podía seguir caminando -con la mueca de la normalidad dibujada en la cara, con ojeras algo hinchadas por haber dormido pocas horas- como si su vida le siguiera perteneciendo.
Realmente, no recordaba un momento que hubiese tomado la importancia de ser un final o un inicio, el detonante de esa sensación de estupor de metal frío con la que convivía. Su pasado era más bien un hilo continuo, del mismo peso y grosor, con la misma tensión e igual temperatura, no recordaba cuándo comenzó a trenzarse, formando nudos que no veía posible deshacer.
¿Y si fuese un simple desajuste en el azúcar? Recordó que, hace años, se le despertó una diabetes que más tarde desapareció tal como había llegado, pensó que debía hacerse un análisis de sangre y tomarse la tensión. Quizá todo tenía una sencilla explicación física. “La salud hay que merecerla”, pensaba, mientras sorbía el brebaje oscuro sin mucho convencimiento.
El bar estaba vacío, Celia era la única persona que acodaba los brazos en la barra, con aire de distancia entre ella y todo lo que había. Se dio la vuelta, al escuchar la cortina metálica que hacía las veces de puerta del local. En ese momento, se dio cuenta de que nunca, en circunstancias normales, habría entrado en un lugar como ése, un bar de barrio, de tapas y chatos, de cañas, goles y telediarios, de gintonics a las ocho y media de la tarde, cuando cerraban las tiendas los comerciantes de la vecindad, dispuestos a ahogar sus preocupaciones en ginebra.
Pues ánimo y ya iremos siguiendo el crecimiento de la criatura.
Gracias, juancar, a ver cómo se me cría.
¡Y la vas a compartir aquí! ¡Qué suerte la mía! Porque al ver el título pensé como que lo anunciabas, ya ves, y se me ocurrió que te diría: ¡Guárdame un ejemplar! (que bueno, quiero si la publicas, claro, de todas formas).
Comienza con lluvia, como en el título de la anterior... Lo de los nudos me recuerda a algo que leí, creo que en el Tao: Nadie puede desatar lo atado.
"La salud hay que merecerla" ¡Qué fuerte!
Fdo.: Tu "fan number one", querida me dejas intrigadísima :)
Tú eres el rayo que no cesa, el acelerador de un cohete, un sonido a la carrera, te escribes una novela en un pispás, pero yo necesito tiempo, que soy más contemplativa. Apenas llevo unas páginas, y la verdad es que sólo pienso comprtirla en steemit, es el único sitio que me ha dado la oportunidad de recibir algo de dinero por escribir, me curé de querer editar y de tener que hacer propaganda para poder venderlo, me cansa mucho, fan-tástica XD
Déjame decirte que me atrapó solo este pedazo, definitivamente quiero seguir leyéndola, ánimo!
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Saluuudos!!!
Muchas gracias, claro que me interesa, nos vemos por allí-
Así sea!
Vaya como me había perdido esto caray, qué descuido ;)
Rubén Darío, es que no se puede estar a todo. Saludos!