Una historia de vida en Francia

Lizette, era una chica muy bonita, que al caminar por las calles todos los chicos se volteaban a mirarla. Era muy arrogante, sabía que era hermosa y elegante. Siempre andaba a gran velocidad con su coche deportivo, último modelo por las calles de París. No le gustaba recoger a nadie por el camino. Pero una noche, después de un largo día de trabajo, regresa a su apartamento, ubicado en un suburbio de la ciudad. Un poco cansada de su trabajo en su tienda de antigüedades cerca del río Sena, en la rué des Rosiers, en el barrio Maraís y cerca del puente Alexandre III, bajo una noche oscura y memorable que nunca olvidaría.

Iba a gran velocidad, sin precaución hacia un camino incierto, y de repente su coche patinó. Fueron necesarias unas cinco vueltas, hasta que las ruedas delanteras quedaran al borde de un gran precipicio, tan profundo y negro como la muerte. Desde allí podía divisar las luces titilantes de la Torre Eiffel. Estaba estupefacta y aterrorizada. Toda su vida pasó por su mente en esos pocos segundos. Se quedó allí, temblando de miedo. Casi arrepentida por la vida que había llevado. Un momento casi fatídico que la hizo reflexionar de cómo había transcurrido su vida hasta ese momento. Cuando finalmente se anima a continuar su camino, ve a un joven con capucha, se detiene y se ofrece a llevarlo a algún lugar. El joven acepta y emprenden el camino a casa y ya no hablan más.

Van en silencio, no tratan ningún tema, pero ella está inquieta. Piensa internamente, como para darse fuerzas, que todavía está asustada por lo que acaba de experimentar. Pasan los minutos y ella está más preocupada, ya que no se calma y decide decirle al muchacho que se va a detener por un momento.

El muchacho parecía muy tranquilo, hasta que llegaron a ese lado de la carretera, llamado la curva de la muerte y de repente parece incómodo, se muestra agitado y asustado. Entonces ella le pregunta: ¿Qué te pasa? ¿Te ocurre algo? Él responde: salgamos de aquí. ¡Ahora, por favor! Ella esta pensativa, ya que no entendía lo que le estaba pasando al joven. Volvieron a tomar el camino y de repente el joven dice: Detente aquí, señalando la entrada de un camino oscuro que se adentraba en un bosque tenebroso. Y, ella le pregunta: ¿Por qué vamos a parar, no ves que está muy oscuro?

Al instante él se bajó lentamente y mientras se alejaba se veía como si se estuviera rompiendo, se estaba desvaneciendo, y de repente se dio la vuelta y le dijo: no sigas corriendo en tu auto de esa manera, porque así fue como morí hace 2 años en esta carretera. Y continuó evaporándose hasta que desapareció por completo. Ella estaba perturbada y asustada después de tal revelación. Esperó a que su ansiedad se calmara y continuó su camino con una nueva percepción de su vida. Trataría de no ser más la mujer que hasta ese día fue.