Concurso Cervantes: 1ª Entrega. El oyente no dio respuesta.

Quizá esté fingiendo, y como tú, quizá sea una basura que mientras muere no se inmuta.

Mientras los demás dieron la cara me quedé callado, aquí donde el tiempo está muerto, derretido de tanto esperar, a que un mortal lo avistara con respeto. En la montaña elevada, más allá de los arcillosos terrenos del sol, me quedé mirando tranquilo, silente sin siquiera pensar, cómo en los días en los que aún el tiempo corría, mí inacción era una acción en sí.

Y seguro me dirán “Y tú dentro de un sueño absurdo, absorto en pensamientos podridos, en historias de mentira, en sonrisas hipócritas.”

Pues bien, les digo yo: ¡Hipócritas los hombres que viven en el plano del más allá! ¡Hipócritas los hombres que sonríen y se dicen liberales! Porque al final de cuentas, los que hablan siguen dentro del plano inmóvil 2D, porque temen del qué dirán…

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La desgracia y la muerte.

Soy parte de la especie esclava del tiempo y su dominio, es verdad. Y no me duele tanto. De aquellos que se comieron la fruta podrida; de los que temen que las hormigas controlen la vida y el destino; de esos sedientos y lamentables seres que cargan el peso de las gotas de la lluvia cuáles enormes montañas. Nosotros nos quedamos de este lado, y seguimos a la espera del día de la desintegración. Sin esperanzas, sin aspiraciones a algo más.

Y si mis labios pudiesen comunicar estos pensamientos, más allá de donde el miedo me ha encerrado. Preguntaría al aire a sabiendas de no tener respuesta:

¿Qué hay detrás de tu oasis perdido?

Ese que luego revientas en fragmentos y tiras a lo lejos, con tus matemáticas y tus fórmulas, con tus perspectivas.

¿Qué hay detrás del risco que se distingue del mar y el cielo?

Ese que separas de su espejo y lo elevas flotando hacia la nada.

Pero sigo acá, dentro de este sueño de sabor salado… Solitario, aburrido, inmóvil.

Quizá esté fingiendo yo, porque no quiero aceptar el porvenir. Pero tú también, mientras me clamas que reaccione y dices “envidio tu poder para dormir tranquilo en el medio de ardor de tus miedos.”

Pero que digo, tú no existes, no eres más que un sueño de burbujas de arcilla, de relojes salados, de bigotes de plata y montañas de azufre que solo están en mis delirios. No eres más que una memoria inventada.

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Se que después del día de la desintegración de mí no quedará nada, igual que del pez que ya fuera del agua su muerte es fija.

Me despido de ti, homólogo mío, volvamos cada uno a su nuestra fantasía esquizofrénica.

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Gracias.