El visitante (relato erótico)

Lleva una camisa delgada, que deja ver los pechos como dos botones abultados; desliza su mano bajo la camisa, quiere frotar circularmente sus pezones, jugar un rato, mientras se humedece con la erección deliciosa. Sus labios se secan, esta encendida, su respiración se acelera, quiere meter ese pene en su boca, lo saborea. Se quita el pantalón que lleva puesto, tiene una tanga oscura, lleva su mano atrás y deja entrar el dedo índice en el ano, ahí lo mantiene con movimientos giratorios mientras junta las piernas con un rostro de deleite. El invitado despierta, ella se asusta y se esconde tras la puerta, él le susurra ―mastúrbate. Ella camina hacia él ―déjame chuparte una vez y me masturbare hasta con la botella si así lo deseas, pero déjame probar eso que tienes. Baja el pantalón y empieza a chupar, lame los testículos, los besa, le succiona con mucha delicadeza, no pretende hacerle daño; él la toma del cabello y la lanza hacia atrás ―ya lo chupaste, ahora mastúrbate.

Ella se quita la camiseta se sienta en el sofá frente a él, empieza a tocarse el cuello, se menea los pezones erectos, juega con su cabello, humedece su boca y deja ir una de sus manos hacia la vagina, bajo el panti oscuro se restriega. Él se acerca, toma un cuchillo y corta la tanga, no quiere masturbaciones ocultas, el público merece saborear todo.
Juega con los labios, se frota el clítoris con los dedos, la vagina se torna brillante, sucia, esta rica, ansiosa, deseosa. Abre las piernas, introduce el dedo índice, lo mueve entre las chorreadas paredes, él se pone a su lado y mete su dedo también, le muerde la oreja ―metete todos los dedos, estas riquísima, ¡Hazlo ya!

Acata la orden, mete los cuatro dedos con fuerza, él se satisface― date duro ― palabras motivantes, se da con fuerza, entra y sale el pedazo de mano que alcanza, abre los dedos adentro y empieza a deslizar el dedo grueso en la vagina, que esta estrecha aun, pero ella sabe que su mano puede entrar completa. Poco a poco dilata más, falta poco, ya está casi media mano adentro, él le frota los pezones y ella grita agitada, la mano entra completa.

Su marido se despierta, se enfada, la mira con desilusión, le tira el cabello ―date duro desgraciada, demuéstrale a mi amigo que eres buena hembra.

Su puño entra y sale por la vagina llena de fluidos, se tira al suelo y se da con más fuerza, gime, grita, su esposo la levanta y le mete los dedos en el ano que esta dilatado, el visitante se acerca, saca la mano de ella de la vagina, la chupa y la penetra con el pene erecto. Ella está feliz, suda, gime, grita, aquel visitante no tiene compasión, su esposo tampoco, está siendo castigada por su lujuria y ella los disfruta.

Autor: @soyerotismo.