Es muy reciente en Venezuela, por ejemplo, la página oficial para que las personas puedan inscribirse en la base de datos de los candidatos a donar órganos y tejidos, en otros países es un proceso que tiene más tiempo automatizado.

Esta publicación que hoy me atreví a escribir, puede abrir una oportunidad de pensar en cada uno de nosotros ¿qué hacer en esos casos? Pues, no es sencillo decidir hacerlo, o no hacerlo en ciertas ocasiones.

Cuando mi hermana mayor moría mis padres enfrentaron la decisión más dura que habían imaginado. Unos médicos, colegas de mi hermana les explicaban que podía donar los órganos en ese momento, pero ellos todavía no habían sido autorizados ni para verla. Su dolor se hacía más fuerte con cada palabra que escuchaban. Creo que se abrumaron ante la tristeza de la pérdida o se aferraron a la fe incalculable en sus vidas, se negaron a retirar los equipos que mantenían un hilo de existencia a su hija.

Años atrás, yo había estado junto a mi hermana mayor mientras tomaba la decisión de donar vida, la vi inscribirse en el organismo pertinente que la hacía portadora de un carnet dónde declaró voluntariamente ceder sus órganos si ya no existía para ella esperanza. Mi hermana mayor, mi ejemplo, su temple era tal que sus pasos podían sonar a vida. Médico especialista en anatomía patológica, inteligente, inspiración y sonrisas. Yo quería hacer en ese momento lo mismo, la ley por la edad, entonces, no me lo permitía. Aquel pequeño documento que ella portaba era una gran hazaña de dar vida después de la vida. Sin embargo, el tiempo pasa es un constante cambiar de los días, cosas que no controlamos e instantes que pueden ser principio o fin de muchas cosas pueden ocurrir sin darnos cuenta.

Así fue, un accidente mortal nos llevó a un paraje, después de girar en el aire en mil vueltas que no se detenían. Llevé mis manos a la cabeza mientras ella intentaba controlar el volante. Yo logré ver sus manos luchando hasta el final, mi asiento detrás del que ella ocupaba, me lo permitía. Fueron segundos fatales, un instante que nos cambió la vida. La luz se me apagó después de eso, al despertar la vi a lo lejos, no se movía. No logré llegar, nos separaron en las ambulancias.

Aquél día que me tocó llamar a mis padres, esperarlos de su viaje para ser recibidos con la desgarradora noticia que su hija mayor moría, entendí que no podía decir sobre aquel pequeño documento, no podía quitarle a mis padres tenerla unos segundos extras en su vida. Además, para mi tranquilidad, era una ley que había sido derogada en aquel momento, posterior a estos sucesos nuevos decretos han surgido. Era muy duro, ella se hizo madre, esposa, permaneció siendo hija, como es natural en la vida. Entender lo que sentían fue difícil, aquellos tres días pudieron hacer temblar la fe, pero fue Dios que consoló la agonía, lo sé.

Espero que Dios tome en sus manos estas decisiones que a veces nos marcan, que nos cambian, que nos hacen mirar con perspectivas distintas las cosas, y hasta los días. Sé que es un triste recuerdo, es una reflexión que me cuesta ahora. Supongo que se necesita el temple que mi hermana tenía, que seguro conserva si existe la vida después de la vida.

Vale la pena revisarnos, saber que podríamos hacer ante estos casos, a veces nos toca una situación en donde hay razones fuertes y otras gigantes.

Me despido, pero antes, les dejo los enlaces oficiales de la información legal de la ONTV.