Para iniciar esta publicación nos centramos en el hecho de que somos un instane, somos un elemento de paso por el mundo terrenal, somos seres distintos, magicos, excepcionalmete únicos que vamos dejando huellas tras nuestro andar, por esto, el cosmos el nos tiende una estela como camino formado de estrellas irisdicentes, de esta forma coincidimos muchas veces con los iguales y avanzamos a nuestros sueños, al final está el destino escrito para cada uno.

Durante nuestra existencia algunos momentos son de alegría, otros nos miden en fortaleza para nuestra alma y espíritu, también algunas veces nos quebramos porque no podemos detener lo indetenible, lo escrito, ni podemos luchar contra las grandes fuerzas que existen en el mundo.

Por momentos sentimos nuestras limitaciones cuando anhelamos, por ejemplo, que alguien sane, un despertar nuevo para alguien que se ha dormido a la muerte, o una respuesta inmediata de reparar algún error, y todo esto resulta imposible.

Debemos entender, que el hecho de no poder curar, no poder tener la magia para reparar inmediatamente los errores, o no poder regresar a alguien de su sueño eterno, no significa que debamos dejar de abrazar, besar y llenar de cariño los afectos, las otras personas que conforman nuestro mundo, el universo y toda la creación.

Existirán sucesos inevitables que resultan de un breve error, de un instante defasado que tarde despertó, eventos inesperados que a veces nos preguntamos ¿qué sucedió? o hasta cuestionamos la creencia en nuestro Dios.

Es importante mantenernos en el juicio de nuestros actos, muy centrados, debido a que siempre una voz callada en nuestro interior nos repite la respuesta necesaria en el momento oprtuno, algunos lo llaman intuición, así la vida nos enseña que existe la aceptación, entonces, nos hacemos fuertes cambiando el dolor por los recuerdos hermosos que se quedan en el corazón.

Un punto valioso a recordar, es que debemos tener claro, que aunque no podemos sanar a otro, si podemos hacerle bien, siempre podemos envolver con en ternura a la gente que nos rodea y ser la luz en la oscuridad, podemos transformar las tristezas con paciencia, con renovada comprensión a esa persona que lo necesita, esa persona tan única o tan querida para nosotros.

Tenemos un gran poder, es que podemos reconfortar con nuestras palabras de aliento a quien ha perdido un ser querido, demostrar empatia en el dolor y acompañar en la soledad para hacer más ligeros los días. Todas estas aciones positivas se suman en nuestro haber, entonces, por acción y efecto atraemos a nosotros las cosas buenas que somos capaces de dar aun en medio de las tormentas y de los sucesos inevitables de la vida.

"LLegué por el dolor a la alegría. Supe por el dolor que el alma existe..."
José Hierro