Saludos Steemianos. La inocencia nos conlleva a en algún momento de la vida a experimental encuentros, que solo lo percibimos en las peores pesadillas. A continuación, el texto para su consideración y comentario.

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Mi interés por la fotografía proviene de Víctor Julio, mi padre. Cuando niño me llevaba a su estudio, cuyo nombre no recuerdo en este momento.

Ahora Víctor, ejerce su profesión en casa. Acondicionó un cuarto adecuado para ello. Es majestuoso, bien equipado, con un enorme número de equipos fotográficos modernos. Las mejores marcas hasta la más sencilla, como la Minolta, mi regalo cuando cumplí los 8 años. Los juegos de luces, flash, y fondos de telas, generan variados ambientes logrando objetivos adecuados para sus clientes.

Desde entonces comencé a desarrollar la habilidad de ver detenidamente todo lo que pasaba a mí alrededor. Cualquier momento era importante para dejarlo plasmado en una de mis fotos.

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Una tarde, sentado frente a la ventana del cuarto, me llamó la atención un extraño comportamiento de un señor que entraba y salía de la casa de al lado. Por respeto, no le tomé foto. Pero mi mente curiosa me repetía varias veces que pasaba algo, y que por ello saliera a ubicarme lo más cercano posible para indagar lo que pasaba allí.

Así lo hice.

Ese comportamiento se mantuvo por varias semanas, observaba que los cambios de vestimenta y su alcance solo tendrían por objetivo, ocultar su identidad.

Por esa razón decidí tomarles fotos. Realicé un itinerario de sus visitas. Cada semana cambiaba su apariencia. Mi seguimiento fue tan obsesivo que para las semanas siguientes calculaba casi con precisión la hora de su llegada y salida.

Me puse a revisar las fotos una noche. Una de ella me llamó poderosamente la atención. Visualizaba en ella al extraño personaje mirando hacia atrás, se notaba algo nervioso. Y ese rostro me llevó a la determinación de acercarme más a la casa, la cual frecuentaba mucho.

Hice los preparativos, acondicioné la cámara y esperé cierto tiempo hasta que saliera de la casa.

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Por fin la puerta se abrió. Y como de costumbre, primero miró alrededor, para luego desplazarse a velocidad hasta el carro donde viene siempre.

El auto se alejó. Fue el momento oportuno para acercarme a las diferentes ventanas de la casa vecina y buscar algún indicio de lo que ocurría adentro. Por cada ventana tomaba una o dos fotos. Esa acción la realizaba rápidamente para cubrirlas todas; y evitar que si el personaje por alguna casualidad se regresaba, me localizaría en esa propiedad.

Terminado el recorrido. Regresé a casa. Conecté la micro-SD en la laptop y comencé a observar todas las fotos. No encontré nada extraño. La apariencia era de un hogar común corriente.

Vuelvo a repetir la búsqueda por si había dejado pasar algo inadvertido, y fue ahí, cuando noté en una de las fotos se visualizaba la silueta de una mujer, eso me parecía.

En esa foto dediqué el resto del tiempo. Busqué el sitio donde la había tomado, el ángulo y la hora por si acaso lo que observaba era nada más que una sombra.

La siguiente acción a ejecutar fue regresar y tomar una nuevamente. Lo hice.

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Cuál fue mi sorpresa. Ya la sombra no estaba. El terror se apoderó de mí cuando, en la foto, se veía una dama aferrada a una soga. Estaba descuidada, sucia. De repente levantó su rostro, abrió los ojos de una manera tal que mi defensa fue tirar la portátil que casi la rompo.

Tembloroso la volví a abril, no quería verla, pero lo hice. Aquella mujer ya no estaba en ella. Solo había una habitación común y corriente.

Desde ese día, sellé mi ventana, no me importó lo que ocurría en la casa vecina.

Lo que si estoy seguro, es que fotografié a la mujer de al lado…

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J.R.M.(@siondaba)

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Gracias por leer. Hasta la próxima.

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