El segundo rito. Microrelato.

in #spanish6 years ago

“Los placeres no son satisfactorios para todos, sólo para quien lo disfruta…”

Saludos amigos. En esta oportunidad busco describir de una manera literaria aquellos encuentros que para algunos son placenteros, pero que al mismo tiempo, otros sufren de un tiempo agonizante durante su ejecución. Espero la disfruten y comenten.

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Al entrar a la habitación me mantuve firmemente con la puerta, junté la cabeza en la parte trasera y respiré profundo. Había dejado atrás la terrible forma de vida, la aparatosa urbe que consume los cuerpos lentamente.

Me miré de los pies al pecho, luego corrí al espejo y terminé de observarme. Halé los ojos frente al rostro que se asemeja al mío, estoy casi consumido por el humo, el ruido y sobre todo pisoteado por transeúnte que te llevan de un sitio a otro. Menos mal, que estoy completo, me dije, ese monstruo incorporado en los rascacielos, no me han devorado.

Lentamente di la espalda al rostro desconocido que no quiere apartarse de mi sombra.

La cama bien arreglada ocupaba casi la totalidad de la pieza, acompañada por una mesa de noche que por el polvo que la cubre no es difícil predecir que entre aquellas cuatros paredes nadie te ha visitado.

La lámpara sobre ella despide una luz que desde aquí es casi imposible determinar su color, es un resplandor entre rojo, blanco y violeta, con trazos desde su núcleo que van a parar en los controles que manipulan el televisor, ese artefacto que se aleja a 1,70 metros del piso y según su diseño tiene que ser de imagen a blanco y negro.

Se muestra el cansancio en mi cuerpo, el peso lo hace insoportable. Los pies desnudos se escudriñan entre las sábanas, mientras que, los párpados se cierra una y otra vez, tornándose casi imposible mantenerlos abiertos.

De pronto, un gemido resuena entre mis tímpanos. Los ojos se abrieron de una forma tal, que los párpados dejaron de sucumbir.

Un volcán de chillidos proviene de la habitación contigua. Si, al otro lado de donde tengo ubicado el televisor, es el colmo de los colmo, los movimientos acompasan con la voz de gozo que hasta los pelos más oculto de mi cuerpo lo sienten.

Son gemidos de una mujer. Me hacen imaginar una cantidad de escenas eróticas, que por mi soledad me aturden. Busco ayuda con la almohada cubriéndome con ella, y es cuando me doy cuenta que no es suficiente para evitar la ceremonia de placer.

Doy vueltas en la cama, trato con diferentes posturas, pero nada, no consigo acomodo, mientras escucho, la sincronización perfecta entre el sonido de su cama con el placer de la mujer. Me siento. Busco distraerme, aunque, ellos sin importarles, continúan allí, detrás de las paredes, cumpliendo con un ritual de esos que hacen perder todo tipo de conexión con la realidad.

Las manos sudadas tapan mi rostro, y mis ojos llegan a confundirse con los colores emitidos por la lámpara.

Por un instante, todo queda en silencio. Después del desaire que terminó con una expresión arrastrada por la brisa. Mi cuerpo entró en un pequeño trance, afectado por las voces incrustadas entre los hoyos que adorna la sábana. Deseo llamar la atención, gritándoles, que respeten mi espacio, pero no puedo, ni un rasguño de sonido sale de mi garganta.

Ahora comienza gradualmente el segundo rito. Esta vez me levanto, el baño es posiblemente el lugar oportuno para esconderme, abro la regadera junto con el grifo del lavamanos, sin embargo, el placer armoniza con las aguas desprendidas.

Brinco a otro lugar: la ventana. Por momentos, consigo un silencio temporal por esa abertura que da al patio de la edificación. Solo fue por segundos. Un dolor de cabeza se manifiesta por las imágenes y posturas, equilibradas por el concierto de voces, y un zigzag de visiones atontando aún más mi presencia.

Permanezco aquí en el rincón, incrustado entre el piso y la pared, mirando los muros, mientras, el sol matutino, el ruido de la urbe y los pasos de la muchedumbre, se desnudan antes mi presencia.

Espero sobrevivir al día que se avecina para tratar de conciliar lo que anoche no pude, el sueño.

En más de una ocasión he pensado que, en realidad, la vida de los vecinos es tremendamente aburrida y que simplemente se sientan en el sofá y lo simulan todo para joder un poco...

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J.R.M.(@siondaba)


Gracias por leer. Hasta la próxima.

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Edificio demasiado ruidoso para vivir....

saludos @universoperdido como siempre la culpa es de los edificios no de los viven en ellos... jajajajajajaj un placer tenerte por acá... gracias por leer y apoyarme

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