Saludos Amigos: La aceptación de lo que somos, depende de cómo nos vemos internamente, sin dejarnos influir por el entorno. Lo que no debemos dudar nunca es que todos valemos más que una apariencia física, de lo contrario nuestro mundo cambia totalmente. A continuación, el texto para su consideración y comentarios.
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La rutinaria visita, a las esquinas por donde puedo sacar un ojo al exterior, me aburre.
He despertado con la misma angustia de ayer, solo por imaginarme al lado de ella, la chica de bucles dorados. Paseando a su pekinés de gran pelaje. Pero no puedo. Me oculto de los otros, que, sin querer, al verme se caer al suelo por el esfuerzo que hacen de tanto reír. Sus carcajadas, son mi detonante. El terror ante sus presencias.
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Me asomo por la ventana que da a la vereda. Pasa por allí, cuando cruza me dirijo velozmente a la siguiente puerta y por el cerrojo la sigo, esto sucede muy temprano en las mañanas y por las tardes, cuando sale bien radiante en dirección al colegio.
Le pedí a mi padre sellar todo, y poco a poco me he encargado de quitar cada bombilla, para que mis pasos sean oscuros y sentirme una sombra más del lugar. Él entendió y lo hizo, la última vez que visitó estas cuatros paredes.
Vivo solo. La loca María me deja por debajo de la puerta cualquier pedazo de alimento encontrado en uno de esos pipotes de basura del vecindario. Me conservo gracias a ella-. Es más, en ciertas oportunidades me defiende de las autoridades, haciéndose pasar por mi representante, claro, no todo termina bien porque casi nunca le creen, pero aquí estoy sobreviviendo.
De noche, me escapo y cuando alguien siente mi presencia, mi corazón late rápido como si quisiera explotar. Me oculto hasta que pueda regresar a mi refugio.
El olor a sucio se borro de mi memoria, he perdido esa sensación de poder diferenciar los olores en mi entorno, pues me considero una roña más de la ciudad.
La obsesión por la chica me hace realizar cosas inimaginables. Logré un día por medio de María la forma de crear un túnel, un misterioso rito que permite transformar mi cuerpo en un ser normal.
No fue difícil lograrlo, seguí las instrucciones al pie de la letra, fracasé muchas veces hasta que apareció. Era un circulo morado, mas bien negro que al tratar de tocarlo sobre paso a través de el. Al otro lado, va surgiendo otro ser con mis sentidos, pensamientos. Físicamente no era el mismo Balturio, lleno de pelotas por todo el cuerpo, jorobas tan grandes como mis extremidades. Tanto así, que mi nariz se oculta fácilmente.
Al principio, vi con ese embrujo, la oportunidad de acercarme a la joven que me tiene loco.
En la madrugada, hice el ritual y a traveseé el túnel, después corrí al espejo. Me observé. Sentí una emoción con esa apariencia, joven y sobre todo normal, ahora podría acercarme a ella, decirle lo bella que es, complacerla, hasta conquistarla.
Pude abrir la puerta después de muchos años, ella caminaba concentrada viendo a su pekinés. Apresuré mi andar para llegar frente a su hermoso cuerpo. Una simple historia que no sabría como terminaría.
-¡Hola! - La saludé tímidamente. Levantó su rostro. El pequeño animal ladró nervioso ocultándose detrás de su espalda. Sus ojos crecieron, y la vi palidecerse hasta que se desplomó. En ese momento miré a todas las direcciones totalmente asustado, no supe que pasó hasta que, en mi huida de regreso al túnel, pasé frente a un ventanal, no lo pude creer, el reflejo del aquel ser era yo. Sí, como lo escuchan. Yo mismo, Balturio; tan deforme como siempre. Hasta yo me asusté.
Miré hacia el final de la vereda. Estaba María riéndose como la loca que era. Fue entonces cuando entendí lo ocurrido con lo del ritual. Una fantasía mental creada por ella.
Sigo refugiado, esperando ver pasar a la de bucles dorados.
Más nunca lo hizo….
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Gracias por leer. Hasta la próxima.
