Hoy hizo una tarde clara. Me encontré conmigo misma -enfatizo el ‘migo misma’ como reafirmación de la tarde-. No solo clara la tarde. Estuve clara, conmigo misma. Estuve conmigo toda la tarde. No estuve sola. Estábamos varios. Casi todos claros si yo los veía. Yo, tan clara, no siempre que me veían ellos. Me veía en ellos, casi tan clara como siempre… eso sí. Hubo distancias antiguas, fijos nuevos intervalos; me gusta cercar los abismos y dentro de uno de ellos estábamos todos juntos. Pensamos igual, dije a veces. Somos distintos, supimos. Seguimos al tierra claro, al verde luna. Yo los seguí. También los siguieron ellos que seguían ahí conmigo. Seguimos toda la tarde, cuya claridad se escapó y a la cual siguió la noche. Todos nos escapamos entonces, y no seguimos. Tampoco la tarde clara.