Una nueva vuelta al sol: Relato personal.

Saludos gratos amigos terrestres, hoy les estaré contando un poco de mí, en el marco de celebrar un año más de vida, de girar 365 grados alrededor del astro rey, léanme para contarles como ha sido esta travesía durante todo un año más de mi vida.

Inicié mi arribo a esta nueva existencia un 28 de mayo del año 1964, en Venezuela en el estado Cojedes, en el seno de una pequeña población llamada Tinaco, quien fue el pesebre que nos dio hospitalidad a mí y a mi madre, al momento de asistirnos en la ardua tarea de un doloroso trabajo de parto, sin asistencia médica ni comadrona, pues llovía a cántaros, como era de esperarse en los inviernos de mayo, siendo las ondinas y nereidas del agua, las veladoras del alumbramiento, donde nació una niña, en una humilde casa de bahareque (vivienda fabricada con listones de madera, cortadas a ojo de campesino y rellenadas con una mezcla de barro y pasto batido).

Bien, mi madre me parió sola solita, sobre el piso de su rancho húmedo y frío, a piso pelado, como diría ella, a causa del temporal. Pero muy tibio y acogedor por su corazón de madre incondicional. Un ángel con la fuerza de la divinidad sagrada del más puro e infinito amor verdadero.

Mi padre, ausente, al que le agradezco su generosidad de haberme donado su esperma, en un lapsus de locura de mi madre al creerse enamorada de un fantasma emocional. Agradezco además, que no permaneció a nuestro lado, porque cuando lo conocí, enseguida supe que tenerlo en mi vida, hubiese significado, desarrollar en mi psiquis un verdadero desorden mental, ante su carente capacidad de desenvolverse como un individuo con inteligencia emocional.

Me he desarrollado con mis ciclos vitales como todo ciudadano, que lo hace en la media de la normalidad, fui a la escuela del pueblo desde el kindergarten, hasta la etapa de educación secundaria, para luego emigrar al estado andino de la pintoresca Mérida, a cursar mis estudios superiores en la escuela de filosofía y letras de la ilustre Universidad de los Andes. Donde además de recibirme como licenciada en dicha mención, también obtuve mi título de madre, con triple mención honorífica, descrito de la siguiente manera: un título bajo el brazo, y tres pimpollos en mi regazo, con dos retoños al costado que me llaman abuela.

Desde niña mostré especial interés por la lectura y la escritura, me llamaba la atención leer la palabra bellamente escrita, resonaba conmigo la poesía, también la prosa sabiamente escrita, la palabra sabia, que luego supe que era la filosofía, amaba contemplar obras de arte, de distintos géneros y tendencias, aunque fuera en las fotografías de los libros y revistas. Aun cuando en mi hogar la mayoría de mis familiares era analfabeta, pues la educación no era la prioridad, sino procurar el pan del día. Por lo que no tuve esa estimulación para el aprendizaje del que hoy las instituciones cacarean, para que un individuo se forme intelectualmente. Claro que, de que ayuda, ayuda, pero considero que se nace con un sentido intrínseco, de querer aprender, de querer formarse y navegar en el vasto océano del conocimiento

Hoy, ya adulta, madre de tres amados hijos, formada para ser madre, esposa, pero cuyo diploma reposa colgado en la sala de espera, por si esta existencia me premia con la oportunidad de ejercerlo. Mientras, vivos mis días a la par de la órbita del sol, disfrutando de su diaria rotación, inhalando, exhalando, el delicioso prana que me anima y solicitando al creador, media centenar de vueltas más alrededor del sol.
Ojalá Google y Wikipedia me lo permitan, con la ayuda de Suckerberg para ilustrarlo.

Gracias por su lectura amigos, por su grata compañía en esta travesía de vida.