Salieron a pasear un rato / @simnrodrguez

Voy bajando las escaleras y mis pasos experimentan un encuentro torpe con cada escalón. Mi peso se juega entre una pierna y otra. Estos movimientos son seguidos por mi mirada.

A poca distancia, en este mismo rostro, los oídos se pasean entre palabras difusas y frases incompletas. Nada interesante en el ambiente.

La despedida. Debo decirlo me ha dejado un poco abandonado, un poco solo. El tren se fue alejando con su imagen que me quedo fijada. Ella mantenía su mirada de incomprensión que no terminaba de irse, lejana a todo el tema planteado.

Fuente imagen: https://www.google.co.ve

Mi molestia parecía algo imposible de tomar.

Recuerdo que solo le dije, cuando aún podía escucharme, “dime algo”… “cálmame”, “por lo menos calma esto antes de irte”.

En la espera de mi tren, me paseo a lo largo de la línea de la estación. Me acerco poco a poco al lugar acostumbrado. Un lugar que me mantiene cercano a la próxima salida.

Fuente imagen: https://www.google.co.ve

Busco ver la hora pero mi visión se ve interrumpida. Escucho una multitud de pasos, volteo mi rostro y en la estación todos se acercaban a velocidad en un acto desesperado. Me emociono en ese instante. Hago el amago de correr y busco la pared más cercana, en ella apoyo mi espalda.

Me quedo fijo. Protejo mi cuerpo y soy testigo de todo lo que ocurre. Frente a mi corren. Hay tropiezos, golpes, caídas, gritos.

En el suelo van cayendo las llaves, bolsas, prendas, todo esto junto a cualquier otra cosa que uno pudiera imaginar que no debería estar ahí.

Luego de la confusión, el silencio marca su presencia. Se van encontrando uno a uno los rostros y nace la pregunta entre los que se observan.

¿Qué pasó?… Con la pregunta nace la confusión.

Las cosas del suelo se reencuentran con sus dueños, quienes con el animo desajustado las van tomando. Se muestran absurdos ante la carrera sin nombre de causa.

Escucho comentarios y risas, pasos lentos que retornan, cada cosa recobra su lugar, su forma. La estación, ese espacio, vuelve a ser el lugar de la espera.

Mi espalda se mantiene apoyada de la pared aún protegiéndose del desorden.

La calma que vuelve me inquieta mucho más.

Me pregunto una y otra vez: ¿por qué corrían?, ¿no saben que les hizo correr?

Por un instante, solo por un instante. Me sentí responsable de aquel desorden, del caos no imaginado, de la huida ante lo no visto.

Sentí que mis demonios se habían soltado, que en algún momento perdido entre mis pensamientos, descuide sus cadenas y azotaron sin freno a los otros que me rodeaban.

¿Por qué no corrí?, ¿Por qué evite ese gesto?, ¿Qué protegía de mi?.

Quizás solo busque el mejor puesto para la escena que recreaba. Quizás solo quería ver el efecto de dar rienda suelta a las criaturas exóticas que deambulan entre mis sensaciones. Eso que habita entre mis pensamientos, eso que no admite ser domesticado.

A veces las bestias necesitan salir a pasear un rato.

Fuente imagen: http://www.elcorreo.com