Bitácora Íntima de un viajes (día 5)
Dentro de todas las atracciones del paquete turístico habían viajes, paseos y deportes extremos, también fiestas, grupos, masajes y un sinfín, pero estaba más de leer y relajarme, no hay nada más relajante que sentarte a leer escuchando las olas… hay que experimentarlo.
Mi habitación tenía una excelente vista hacia el mar, dejando al descubierto el esplendor de las olas y el azul maravilloso que se entrelaza con el cielo, definitivamente es un espectáculo, había pasado gran parte del día en dormir y leer, era definitivamente un vegetal.
De repente, tocan la puerta y pensé inmediatamente que era la chica de la limpieza, al abrir era un elegante botones, llevando una hermosa rosa roja y una botella de vino, al leer la nota decía – Hermosa, aún tengo tu sabor en mi boca.-
Quería morir al leerla, me di cuenta que ni sabía su nombre, cosas que pasan en noches de luna llena, no saber su nombre era como estar perdida dentro de una cabeza.
El día transcurrió sin saltos, ni sexo, ni detalles, pedí la cena al cuarto, sonó el teléfono y una voz al otro lado me dijo, . Aún tengo tu sabor en mi boca, mi cuerpo se estremeció de manera fulminante.
Me acosté y como si me estuviese viendo, arregle mi cabello y dije… si? Pues me alegra porque ese sabor es difícil de olvidar.
Inmediatamente la voz me dijo ¿que traes puesto?.- una cortita dormilona roja sin nada debajo.
Tócate-. Imagina que soy yo tocando tus piernas poco a poco (a lo que hice lo que me mandaba), sentía que era él, el que tocaba mi cuerpo de manera experta, mis sensaciones fueron de menor a mayor de un momento de velocidad de la luz, cada vez como salvaje estimulaba mi clítoris y al sentirme seca, metía mis dedos en la vagina y humedecía para seguir deleitando mis sentido con aquel momento de masturbación, que este desconocido me hacía sentir.
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Él al otro lado del teléfono, me daba las indicaciones e instrucciones, mientras su respiración se confundía con la mía, cada vez más y más rápido.
Cuando deje salir un grito que hizo explotar la sensación más alta del éxtasis que puede experimentar una mujer…
En ese momento de clímax, el siguió como si estuviese a mi lado estimulando hasta que mis fuerzas desaparecieron y solté el auricular y deje que mi cuerpo terminar de contraerse para terminar en una mansa paz. Cuando me percaté vi tirado el teléfono, lo agarre y ahí seguía mi instructor esperando que yo le hablara nuevamente.
Hola, dije con voz cansada.- Hola nena ¿los disfrutaste?
Si, créeme que así fue.. le dije, a lo que el respondió .- Ok, Adiós, misión cumplida.- y tranco el teléfono, e inmediatamente sentí esa misma sensación de la vez pasada, y pensé.- Mañana debo saber quién es éste.