Un día domingo, cuento

   El cuento es para mi  es otra forma de expresar aquello que no puedo encerrar en un verso, pero que permite crear esos pequeños mundos donde las palabras pueden desplegar sus alas. esta es mi primera historia para la comunidad de steemit, espero la puedan disfrutar y por qué no, comentar.

UN DIA DOMINGO. -

Fuente       

                 Guillermina lo recordaba muy bien, ya que los domingos era el día de la limpieza y se esmeraba porque todo quedara reluciente, sobre todo la porcelana del baño que lustraba a más no poder con bicarbonato y limón. Cuando tocaron la puerta apenas percibió el ruido y se asomó luego de sentir que se repetía, allí estaba el hombre con una sonrisa tranquila e invitadora. No soy de por aquí y no aguanto este dolor, por favor, me podría prestar el baño. Ella se miró la bata húmeda y transparente. El olor a limón parecía perfumarla con más ahínco, miró sus pies desnudos, pensó en sus senos libres y sueltos, por donde unos pezones rojos apuntaban erectos, pero sintió lástima y con otra sonrisa vestida de pudor le abrió la puerta y lo condujo a un baño límpido y oloroso a limón carbonatado. 

 Cuando el hombre cerró la puerta, Ella descubrió el maletín, era enorme, pensó en su peso y sonrió. Debe ser un vendedor, podría ofrecerle un café así olvidaría el mal rato. Imaginó los trajes ocultos que podían estar allí dentro de la maleta, a lo mejor bellas sábanas estampadas, como el sol que bordaba para su cama, lleno de amarillos y con un fuego enorme para que le quemara sus noches solitarias cuando el sueño la sorprendía acariciando su cuerpo. A lo mejor vende ropa para caballeros, o es vendedor de fragancias; no recordaba haber visto a otro vendedor con un maletín parecido. El olor a café la hizo despertar, luego el ruido de la puerta a abrirse y la sonrisa del hombre que se sentía satisfecho, era alto y de pelo muy oscuro, sintió como aquellos ojos curioseaban su cuerpo, entonces tembló. Le ofreció café, pero el continuaba mirándola y sentía que aquella mirada le quemaba, sentía sus pasos que crecían y crecían y quiso gritar y no pudo. Sintió su vida aplastada, ahogada, desgarrada, hecha jirones.  

Estaba sucia, se sentía sucia, su bata solo eran retazos y ella desnuda era una mancha en un piso pulcro, en la casa se respiraba un olor a café tostado. “lo mataré, lo juro” y se llevó las manos a los labios aún temblorosos y lloró rabiosa, desconcertada y llena de miedo. Fue al baño y dejó que el agua cayera a torrentes sobre su cuerpo, lo untaba con distintos jabones, con perfumes, desesperada, preparó agua avinagrada, aceites alcanforados y por último vació un frasco de agua bendita para purificar su alma y pedía clemencia divina por el pecado concebido. Sólo pensaba en matarlo, era la única manera de redimirse, “lo mataré, lo mataré, si, un día domingo después de la confesión, así lo haría limpia de todo pecado y podría andar firme y con la vista en alto, convencida de haber hecho una buena acción social, no le importaba presentarse ante el tribunal divino, se defendería, le iba a decir con voz fuerte: él me ofendió, abusó de mí, me faltó el respeto y manchó mi vida por el resto de los días, por eso no tenía por qué vivir.” 

 Guillermina empezó a sufrir de los nervios y se golpeaba el pecho con furia, se lanzaba contra las paredes dizque para matarse porque su vida no valía nada. Su padre vino y le aconsejó ir donde Melquíades, él sabía mucho de esas cosas, que no se preocupara y él le recetó cuero fresco de ganado joven para arroparla en noche de luna llena y de esa manera apresar el mal que la carcomía; luego lo pusieran a secar al sol para que el calor de la naturaleza se encargara de limpiar todo lo malo y le dieran té de mejorana con canela. Pero Guillermina no salía de los labios de los vecinos y decían que se revolcaba como cualquier hija de puta, sin importarle el pudor de las buenas familias y que ella era culpable de todas las cosas pasadas por estar siempre atentando contra la moral y las buenas costumbres y llegaron a pedirle al obispo la excomunión, después de recoger varias firmas.

  Guillermina perdió a sus amigos, por eso se refugió en esa habitación y desde allí imagina el mundo que Ella una vez quiso tener, pero ahora quisiera ser un pájaro, pero ya sentía sus alas cortadas , entonces gritaba para romper la quietud monótona, Guillermina se había olvidado de su sol sobre las sábanas, del limón carbonatado y sólo veía su bata húmeda hecha jirones y escuchaba el grito enorme que nunca salió para impedir el desastre de su piel virgen y volvía aquel sueño donde imaginó los bonitos estampados dentro de la maleta, las fragancias que le hubiera gustado oler, pero...qué vendería aquel señor con su enorme maleta negra, el hombre alto de sonrisa amable que se hundió en su alma para pintarle una huella imborrable?

 Guillermina se desgarraba el pecho, se golpeaba insistentemente y se preguntaba por qué de sus labios no salió el grito. “Lo mataré” alguien tuvo que haber escuchado ese grito que se perdió en el silencio del tiempo.