Escrito: Humo.

El olor a cigarro inunda nuevamente la casa. ¡Maldición! Lo siento tanto, pero no puedo evitar sentirme enojado por ello, la impotencia de sólo poder ver lo que sucede y a su vez, ver cómo el humo es exhalado directamente al rostro de aquella mujer que por tanto tiempo me ha cuidado. Si tan sólo tuviese más fuerza sería capaz de quitarle esos malos hábitos a puñetazos. Quizá sea mi edad o el querer creerme un héroe pero no logro entender cómo una persona con alma tan negra como sus pulmones puede estar al lado de ella.

He escuchado de otras personas; “el amor es ciego”, y no sé si esto sea amor, masoquismo o miedo a quedarse solo, pero no puedo estar más de acuerdo con ello. Años de maltrato y gritos, mis oídos se han dañado tanto como mi dificultoso respirar. Siento como me ahogo, la tos no me deja tomar ni el primer bocado de comida, mientras él con su sonrisa maliciosa traga cual cerdo. Todas sus acciones son aplaudidas.

He llorado, he pedido clemencia a Dios, he implorado a la señora que tanto he apreciado cada día de mi vida; sin embargo no consigo respuesta alguna. Me estoy volviendo loco, siento cómo las paredes se caen a pedazos o quizá sea yo el que se está desmoronando. ¿Cómo es posible decir que esto es amor? ¿Cómo se puede ser feliz así? Supongo que todo se ha vuelto una rutina agradable para ellos y yo debo ser el espectador que odia con cada trozo de su alma esta burla barata.

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