Mitología para todos: La linea absoluta

Buenos días Steemians, buscando en mi mente ideas para compartir con ustedes me cruce con esta, entre las cosas que me gustan están las buenas historias y siempre me han fascinado muchísimo las leyendas de la mitología, es por eso que quiero hacerles llegar a ustedes aquellas que mas he han llamado la atención y que juntos podamos disfrutar de un buen rato leyendo sobre una gran historia. Hoy les quiero contar la fabula griega de Dédalo e ícaro.

En la antigua Grecia los habitantes posaban su fe en las deidades del monte Olimpo, estos dioses y los seres humanos compartían una relación muy estrecha, se creía que ellos decidían la vida de los mortales, los cuales siempre debían tener presente ese limite que separaba a los dioses de los hombres y el castigo para aquellos que se atrevían a intentar cruzar lo era muy severo.

Tal fue el caso de Dédalo e Ícaro, Dédalo era un arquitecto, artesano e inventor muy hábil que vivía en Atenas, se decía que había aprendido su arte de la mismísima diosa Atenea. Dédalo invento la carpintería y todas las herramientas utilizadas para eso, diseño el primer salón de baño y creo esculturas tan reales que hasta hércules las confundió con hombres de verdad. Y aunque Dédalo era habilidoso y celebre, también era egoísta y celoso.

Su sobrino Talos era su discípulo y gozaba del don de la creación, con el tiempo sus habilidades fueron mejorando hasta el punto de compararse con las de Dédalo, con tan solo doce años Talos invento la sierra inspirándose en la espina de los peces.

Al ver que su sobrino se convertía en un artesano más hábil que él, Dédalo llenó de envidia decidió asesinarlo, un día le invito a subir al tejado de la Acrópolis, y desde allí divisando Atenas, lo mato empujándole desde lo alto. Su crimen no tardó en ser descubierto y como castigo Dédalo fue desterrado de Atenas.

Dédalo continuo su camino y termino llegando a Creta, donde gracias su gran reputación como artesano fue recibido con los brazos abiertos por el rey de creta, Minos. Allí como asesor del palacio Dédalo continuo empujando los límites con sus creaciones, para los hijos del rey, creo juguetes animados mecánicamente que parecían estar vivos, también invento la vela y el mástil de los barcos, que les dio a los humanos control sobre los vientos. Con cada creación dédalo desafiaba las limitaciones de los humanos que hasta entonces habían mantenido a los mortales separados de los dioses, hasta que finalmente las rompió.

La esposa del rey Minos, Pasífae había sido maldecida por el dios Poseidón a caer enamorada del preciado toro del rey. Bajo el hechizo, Pasifae le pedio a Dédalo que la ayudara a seducir al animal, el con su característica audacia accedió. Dédalo construyo una vaca de madera hueca, tan real como para engañar al toro.

Con Pasífae escondida dentro de la creación de Dédalo, Ella concibió y dio a luz al mitad humano mitad toro, minotauro. Esto por supuesto enfureció al rey, quien culpo a Dédalo por permitir tal horrible perversión a las leyes de la naturaleza. Como castigo, Dédalo fue obligado a construir un laberinto inescapable bajo el palacio para el minotauro.

Cuando termino, Minos entonces encarcelo a Dédalo y su único hijo Ícaro en la cima de la torre más alta de la isla de Creta, donde permanecerían por el resto de sus vidas. Pero Dédalo seguía siendo un gran inventor, mientras observaba a las aves que circulaban su prisión, los medios para su escape se hicieron claros, él e Ícaro volarían lejos de su prisión como solo las aves o los dioses podían hacerlo.

Usando plumas de las aves que se posaban en la torre y la cera de las velas, Dédalo construyo dos pares de alas gigantes, mientras ataba las alas a su hijo Ícaro, le hizo una advertencia: Volar muy cerca del océano podría empapar las alas y hacerlas muy pesada para volar, volar muy cerca del sol, el calor derretiría la cera y desintegraría las alas, en cualquiera de los casos, seguramente morirían, entonces la clave de su escape seria mantenerse en el medio.

Con las instrucciones claras, ambos hombres saltaron de la torre, ellos fueron los primeros mortales en poder volar, mientras Dédalo se mantenía cuidadosamente en el medio entre el sol y el océano, Ícaro se sintió abrumado por el éxtasis del vuelo, y lleno con el sentimiento de energía divina que venía con él. Dédalo solo podía observar con horror como Ícaro ascendía más y más alto, impotente de poder cambiar el destino fatal de su hijo. Cuando el calor del sol derritió la cera de las alas, Ícaro cayó del cielo.

Así como Dédalo muchas veces ignoro las consecuencias de desafiar las leyes naturales de los mortales en servicio de su ego, Ícaro también se dejó llevar por su propia ignorancia. Al final, ambos hombres pagaron muy caro el precio por salirse de la senda de la moderación, Ícaro con su vida y Dédalo con su remordimiento.