Entendiendo el conflicto entre Israel y Palestina
No soy un experto en política internacional ni en historia. Lo que expongo a continuación es una especie de resúmen de lo que he conseguido entender, como ser humano, respecto al conflicto árabe-israelí o palestino-israelí. Es posible que haya cometido errores o que existan otros datos que no he tenido en cuenta. Agradecería que, de forma amistosa, expusieras en los comentarios cualquier asunto que creas que debe tenerse en cuenta así como cualquier información que pueda arrojar más luz sobre este tema. Muchas gracias.
Hablar del conflicto Israelí-Palestino es sumergirse en un mar de confusiones ante las que solo cabe el uso de la razón y exponer principios objetivos. Para mi, básicamente es cuestión de humanidad.
La confusión, usualmente basada en la desinformación, existe desde los mismos términos que definen a las partes en conflicto. Pero esto se soluciona con algo de cultura:
Israelí es el habitante del actual estado de Israel.
Palestino es el habitante de los actuales territorios palestinos.
El conflicto se basa en el derecho a ocupar un territorio y formar su propio autogobierno. Las razones que se esgrimen para justificar a una u otra parte son en su mayor parte totalmente irracionales. La religión es un concepto irracional per se. Los israelíes son en su mayoría judíos y los palestinos musulmanes. En ambos casos, la historia de sus religiones confluye en territorios comunes. Ahora bien, como concepto irracional, la religión no es ni puede ser un argumento. Seguramente, por razones religiosas, los pastafaris tendrían entonces derecho a reclamar parte de Italia o, tal vez, un territorio adecuado en la actual China, como cuna histórica de la pasta. No, no se trata de trivializar sino de tener claro que las tradiciones religiosas pueden ser un argumento cultural pero siempre será irracional.
Por otra parte, entre las justificaciones de cada parte están las etnohistóricas las cuales también carecen de fundamento. Ni los israelíes son hebreos ni los palestinos filisteos. Ambos grupos históricos humanos han dejado hace siglos de existir como tales. De igual forma no existen descendientes de los celtas puesto que sus raices étnicas y culturales han terminado mezcladas y asimiladas en una fundamental que es la humana. Y aquí es donde entramos en el argumento razonable: lo humanitario.
De lo que estamos hablando es de seres humanos con el inalienable derecho a vivir en paz en una parte de esta pequeña mota de polvo que se mueve a 30.000 metros por segundo alrededor de una estrella más o menos discreta de los aproximadamente 300.000.000.000 de otras estrellas solo en la Vía Láctea. Y esta es la imagen gráfica de lo que sucede a nivel territorial:
Breve historia de un abuso
La región de Palestina siempre ha estado bajo el poder de diferentes imperios, como el romano y el otomano. Por razones estratégicas y religiosas también bajo el ardor violento de guerras cuya finalidad era hacerse con la simbólica trascendencia que tales tierras tienen para los judíos, cristianos y musulmanes. Si podemos apartar la niebla de la historia llegaremos a una descarnada verdad: la de personas totalmente ajenas a los juegos de tronos que simplemente desearían vivir en paz. Familias como cualquier otra familia, como la tuya o la mía que simplemente les tocó en suerte nacer y vivir allí.
Pero en 1916, en plena I guerra mundial, Gran Bretaña se hizo con ese territorio. Y Gran Bretaña quiso granjearse la amistad de los sionistas, un grupo político que desde el siglo XIX pretendía formar un estado de Israel en las tierras que consideraban (irracionalmente) sagradas, esto es, en Palestina. Como este movimiento político estaba respaldado por personas y entidades de gran calado económico se promovió la creación del llamado "hogar nacional judío" y se favoreció la inmigración de personas de creencias judías para asentarse en la zona.
En 1948 la ONU acordó que el territorio fuera repartido a partes iguales entre judíos y musulmanes, algo con lo que estos últimos no estaban de acuerdo. Pero a mediados de ese mismo año (mayo de 1948) los judíos proclamaron la independencia del estado de Israel. A partir de aquí, las relaciones se volvieron de conflictivas a violentas con una sucesión de guerras abiertas. Como Israel siempre ha contado con el apoyo de potencias como EE.UU. en cada nueva contienda el territorio dominado por Israel iba creciendo y desplazando a la población árabe. Desde 1967 Israel ha ido incumpliendo sistemáticamente todas las resoluciones de las Naciones Unidas así como, incluso, las del propio Tribunal Supremo de Israel en relación a las ampliaciones (ilegales) de su territorio.
Por otra parte, la formación del estado independiente de Israel ha promovido la inmigración masiva de judíos originarios de muchas otras partes del mundo hacia lo que consideran su "tierra prometida" lo cual contribuye a generar una insostenible depredación de más territorio y desplazar a más y más familias palestinas que residen secularmente en dichas zonas. Debemos fijarnos que esta inmigración judía que va asentándose en territorios palestinos y haciéndolos suyos no es una inmigración que huya de condiciones inhumanas sino que procede, en gran parte, de otros países desarrollados y su única intención es apropiarse de un territorio para su propio beneficio.
Israel ha hecho caso omiso a todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU al respecto del conflicto. Veamos algunas:
Resolución 242
22 de noviembre de 1967 en la que se “exige la instauración de una paz justa y perdurable en Oriente Medio”, que pasa por “la retirada del ejército israelí de territorios ocupados durante el reciente conflicto” (guerra de los 6 días) y el “respeto y reconocimiento de la soberanía y la integridad territorial y la independencia política de cada Estado de la región, y su derecho a vivir en paz en el interior de fronteras reconocidas y seguras, al abrigo de amenazas y actos de fuerza”.
Resolución 338
22 de octubre de 1973, durante la guerra del Yom Kippur, la resolución confirma la validez de la resolución 242 y recomienda el alto al fuego y el inicio de las negociaciones en vista de “instaurar una paz justa y duradera en el Oriente Medio”.
Resolución 446
22 de marzo de 1979, esta resolución declara que la creación de asentamientos por parte de Israel en los territorios árabes ocupados desde 1967 no tiene validez legal y constituye un serio obstáculo para el logro de una paz completa, justa y duradera en el Oriente Medio. Además, exhorta a Israel para que, como potencia ocupante, respete escrupulosamente el Convenio de Ginebra relativo a la protección de personas civiles en tiempo de guerra, rescinda sus medidas anteriores y "desista de adoptar medida alguna que ocasione el cambio del estatuto jurídico y la naturaleza geográfica y que afecte apreciablemente la composición demográfica de los territorios árabes ocupados desde 1967, incluso Jerusalén, y, en particular, que no traslade partes de su propia población civil a los territorios árabes ocupados".
Resolución 478
20 de agosto de 1980 (con la abstención de USA), tras la aprobación de la Ley de Jerusalén por el Parlamento israelí el 30 de julio de 1980, que proclamó a la ciudad de Jerusalén, "entera y unificada", como capital de Israel. La resolución "censura en los términos más enérgicos" la Ley de Jerusalén y afirma que esta ley es una violación del derecho internacional y no afecta a la continua aplicabilidad en Jerusalén del Convenio de Ginebra relativo a la protección de personas civiles en tiempo de guerra. Además, determina que la Ley de Jerusalén y todas las demás medidas y actos legislativos y administrativos adoptados por Israel, la potencia ocupante, que han alterado o pretendan alterar el carácter y el estatuto de Jerusalén "son nulos y carentes de valor y deben dejarse sin efecto inmediatamente". La resolución "no reconoce" la Ley de Jerusalén y demás medidas de Israel y hace un llamamiento a todos los miembros de la ONU para que acaten esta decisión y para que retiren las representaciones diplomáticas que hayan establecido en Jerusalén. La resolución también afirma que la Ley de Jerusalén es un serio obstáculo para el logro de una paz completa, justa y duradera en el Oriente Medio.
Resolución 2334
23 de diciembre de 2016, reafirma «que el establecimiento de asentamientos por parte de Israel en el territorio palestino ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental, no tiene validez legal» y «expresando grave preocupación por el hecho de que la continuación de las actividades de asentamiento israelíes están poniendo en peligro la viabilidad de la solución biestatal basada en las fronteras de 1967».
En medio de todas estas contundentes resoluciones, nunca atendidas por Israel, se llevaron a efecto numerosas negociaciones (proceso de Oslo, Camp David, Cumbre de Taba...) pero por diversas razones nunca llegaron a nada definitivo a pesar de que desde 1993 Yasir Arafat reconoce el derecho a existir de Israel solicitando que, gradualmente, Israel cediera el control de los territorios palestinos a cambio de la paz. Esa paz nunca ha llegado y, por tanto, continúan los enfrentamientos entre lo que es una potencia militar y una pequeña nación no reconocida universalmente, cuyo territorio desaparece progresivamente y cuya respuesta militar posible es la guerra de guerrillas o lo que Israel denomina terrorismo palestino.
Con todo lo anterior, refresquemos la situación:
Varias generaciones de personas humanas que vivían en Palestina se ven restringidas en pequeños territorios a los que las empuja la ocupación israelí, los constantes nuevos asentamientos, el bloqueo comercial y el poder militar incontestable de una potencia cuyo gobierno parece no tener el menor escrúpulo. Los abusos de poder y la crueldad de Israel contra el pueblo palestino ha sido una constante en todos estos años. El pasado 15 de mayo de 2018, una vez más, los soldados israelíes respondieron con inusitada violencia a una manifestación contra el traslado de la embajada de EE.UU. a Jerusalem. El genocidio, pues no puede calificarse de otra manera, dejó un saldo de 55 muertos y miles de heridos. Las manifestaciones del pueblo palestino se enmarcaban dentro de la Nakba o "Gran Marcha del Retorno", una protesta de 6 semanas que concluía de esa trágica manera precisamente el 15 de mayo. La protesta pretendía llamar la atención la lucha diaria de cientos de miles de personas palestinas que han sido expulsadas de sus hogares. Los palestinos se acercaron a la valla fronteriza estableciendo varios campamentos y el ejército israelí abrió fuego indiscriminadamente al considerarlo una "grave provocación".
El peor genocidio es la indiferencia
Ni siquiera hace falta entender de razones políticas. El abuso de Israel contra el pueblo palestino es simplemente algo inaceptable desde un puro punto de vista humanitario. Permanecer indiferentes es aceptar y apoyar todos los abusos y todos los genocidios. Es urgente que las personas dejemos claro el mundo que queremos, el rechazo a la violencia, el derecho inalienable de la gente a vivir en paz y a resolver pacíficamente conflictos políticos y de cualquier otra índole. Si dejamos que las cosas simplemente sucedan como deseen las élites con intereses totalmente ajenos a la vida de las personas, nuestro paso por el mundo será totalmente irrelevante.