Cronicas de un secuestro | Parte 3

Continúa la tragedia y el día no ha terminado:

Llegamos a la sede del organismo policial en encarcelar, reseñar, imputar y acusar a delincuentes, con un resguardo de seguridad impresionante. Para ese momento ya habían pasado más de 10 horas de haber salido de mi casa, sin haber podido comer o al menos hidratarnos, llega uno de los cara dura más grande que he conocido en personas, el comandante de la unidad.

Con toda la inhumanidad que caracteriza a los charlatanes del gobierno, nos explica que todos nuestros derechos serán respetados, pero que a pesar del tiempo que llevábamos no podíamos recibir nada de bebidas y alimentos, nos explica que estábamos ahí porque habíamos sido acusados de alterar el orden público y otras tantas tonterías (Todas eran falsas).

Mientras el conversaba, nosotros estábamos rodeados de un gran número de funcionarios, que nos maldecían, nos insultaban y hasta amenazaban, porque para ellos, estaban trabajando por culpa de nosotros. Para ese momento la fiscalía encargada de acusarnos, nos haría una revisión corporal y nos tomarían la declaración. Y como cualquier delincuente seriamos reseñados en las bases de datos del estado como delincuentes.

El día sigue sin terminar:

Uno a uno, íbamos pasando por la entrevista del fiscal y la respectiva reseña como cualquier delincuente común, ya eran pasadas las 11.00 PM y aun sin comer ni tomar agua, a medida que íbamos terminando, nos montaban el camión militar hasta que se llenara y pudiéramos ir a nuestro sitio de reclusión. El camión militar lógicamente custodiado por efectivos militares fuertemente armados, cansados de un largo día de trabajo, nos insultaban como les daba la gana.

Irónicamente uno de ellos, recibe una llamada telefónica. Según lo que escuche, fue su esposa, entre otras cosas, cuando va a finalizar la conversación, él le pregunta que si su hija ya se durmió y de pronto le pide que se la pase, como todo padre y ser humano, comienza una amorosa conversación con su hija y le da las buenas noches. Inmediatamente se vuelve hacia mí y me dice: Coño e’ tu madre, ojala te muevas para vaciarte el fal, maldito, por culpa tuya yo estoy despierto ahora!

Saquen sus propias conclusiones y díganme en un mensaje que tipo de persona es este señor.

Como yo nunca he permitido amenazas en mi vida, le digo que lo haga y después diga que fue porque me moví. Y entre mi impotencia le digo: Eres hombre porque tienes un uniforme y armamento, ojala fueras igual de hombre sin eso delante de ti!

Les confieso que lo único que esperaba era un maltrato mayor, pero contrariamente un compañero de ese funcionario, le reclamo el porqué de su actitud y que se quedara mejor quieto, supuse que era de un rango mayor.