¿Sueñas con ovejas eléctricas?
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¿A qué Dios se le rinde culto a un lugar tan cansino como este mundo? Si la única certeza diaria es la derrota en la cama cuando buscamos aguantar al sueño una hora extra, como la única osadía que nos podemos permitir en un mundo de manuales, de reglas y de lógica; ese único dios sólo puede ser Morfeo, Sandman, como le quieran llamar da igual. Sólo esperamos a que nos dé un soplido de polvo mágico. Entramos durante esa derrota al sueño, que es el mundo del espejo de nuestras fantasías que nos guía a través de un camino amarillo hasta donde descansa el impulso por la destrucción de nuestro reflejo en espejo de los sueños. Y cuando dicho espejo se rompe, sólo queda un agujero negro del cual nos saltan ratas encima que nos conducen hacia la desesperación más azul que podamos llegar a experimentar, y esto es a su vez lo que los expulsa hasta los brazos del delirio que al mismo tiempo nos devuelve a los dulces brazos de los sueños. Estando solos y desamparados en un mundo demasiado grande en el cual no se puede soñar, y en donde la mística es condenada, tenemos como camino al mismo destino en un jardín laberíntico borgiano que se bifurca en infinitas posibilidades. La muerte nos espera al final en cualquiera de sus posibilidades sin importarle cómo has vivido tu vida.
Nuestros ojos contemplando a la enormidad de este desastre que nos ha devorado, son dos motitas de polvo. En cambio, los sueños serán la única verdad que perdure cuando los hechos reales no sean más que polvo de hadas olvidados con el pasar inclemente y despiadado como la guadaña del mismísimo Cronos.
Allá afuera en la urbe, sólo llueve con inclemencia; la lluvia se mezcla con las lágrimas de quienes todavía lloran con honestidad, y no porque sus conciencias han sido programadas por un colectivismo de sujetos sensibles visceralmente, los cuales proclaman a través de los medios electrónicos, ideologías que sólo son alcanzables a través de estos mismos medios, que a su vez funcionan como panfletos que de hecho se venden demasiado bien. El socialismo alcanza su cenit gracias a las mieles del capitalismo y a sus infinitas ventanas para vender revoluciones sentimentales a insipientes jóvenes y adultos que, como consecuencia la vorágine ominosa como un huracán en el corazón de Saturno, son absorbidos sin jamás preguntarse: «¿cuál es mi lugar en los supuestos sentimientos de este supuesto colectivo?». Ahí en adelante, quedan dormidos y convertidos en ovejas eléctricas las cuales podemos mirar para así contarlas para más adelante.
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Sin embargo, todos escribimos a través de medios electrónicos, esto lo estás leyendo en uno de ellos. Escribo aquí y allá desde hace algún tiempo; en uno más que en otro, y pareciera que lo breve contribuye con el culto de la contundencia radical. No es fácil matizar por ninguno de estos espacios. twitter es más sentencioso que Facebook e Instagram; epigramático también. Una ventaja obligante, pero igual una limitación.
Las ovejas eléctricas, ¿qué son? Son aquellos sujetos que principalmente sueñan que están atrapados dentro de su propio mundo de fantasías, mientras que a fuera, en el mundo exterior, son objetos soñados por todos aquellos que los miramos atrapados en las abstraciones de sus delirios, como también por la nebulosa que representa la sociedad en la boca del Leviatán burocrático llamado Estado; pero no necesariamente se debe de estar despierto para contar ovejas eléctricas, quiero decir, una oveja eléctrica puede ver a otras en este mismo estado sin saberse oveja sino androide, que es lo mismo que un replicante de otras emociones atrapadas dentro de la burbuja psicoanalítica de un sobrino de Sigmun Freud; es también un autómata que sueña sueños dentro de otros sueños que son reales, y por lo tanto, todos sus iguales son avatares dentro de su sueño.
Por algo es que en mi país algunos sueñan reemplazar a la dictadura comunista con una dictadura de derechas que no es más que un sueño del pasado, y siendo este el caso, en sueño se convertiría en una pesadilla repetida y multiplicada varias veces. Es difícil mirar al mundo sin poder ubicar una utopía en el futuro. Después de todo, el futuro es sólo utopía.
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