"La princesa y los ataúdes"

Después de que la Bella Durmiente despertara de un siglo de sueño, ella junto al príncipe confrontaron a la bruja Rosa Negra, quien la maldijo con el hechizo fallido de la muerte. No obstante, la soberbia de una bruja no termina allí, y justo en ese momento volvió a maldecir a la princesa: «¡podrás expulsarme del reino! Pero tú jamás podrá criar a tu primogénita».

Y así fue. Meses después, la niña que dio a luz fue raptada por la bruja y llevada muy lejos del reino. Por casualidad, Rosa Negra se encontró con su hermana mayor, Rosa Escarlata, quien hastiada de los actos malvados de su hermana, con un hechizo la asesinó. No obstante, advirtió que el cadáver sostenía a una bebé entre sus brazos. Para bien o para mal, la otra bruja la tomó y decidió criarla como si fuera su abuela. Esa niña tenia la piel y el cabello blancos como una ventisca, y los ojos azules como el océano. Además, portaba doce virtudes extraídas de la madre al momento del parto. Lana era su nombre, y estaba destinada a convertirse en una bruja.

El tiempo pasó, y entre la negra espesura de un bosque que conducía a un camino de lirios encendidos en sangre, vivía una muchacha de una belleza aterradora. Su abuela había fallecido, y Lana debía cuidar la puerta al paraíso para que las almas en la Tierra no pudieran nunca acceder a este, ni tampoco las del Hades. Podría hacerlo mientras se mantuviera pura. Y en dicha labor estuvo por un tiempo… Así, sempiterna sin conocer ni el odio ni el amor.

Las almas de la tierra siempre la maldecían. «¡La vas a pagar, desgraciada!» por no permitirles acceder al Elíseo. Sabían que Lana era la actual responsable de sus eternos suplicios en la muerte.

Sin embargo, un día, el sonido de una lira la despertó. Era tocada por un hermoso muchacho de ojos tan tristes como Lana era hermosa. El muchacho la miró impresionado. Seguramente había oído hablar de ella. Él tampoco era normal…Su nombre era... Arrastraba a un ataúd con cadenas en sus caderas. Comenzó a tocar para Lana. Ella se vería atrapada por los encantos de su música, y en un impulso sentiría amor y pasión por él. Y después de estrechar sus manos, y robar y exigir cientos de besos, el roce de las manos de aquel músico comenzaron a sondear a los caminos sacrosantos hasta llegar al mismísimo Hades en el cuerpo de Lana, abriendo así la flor de la virgen y con ello al paraíso para todas las almas.

Tiempo después, aquel muchacho corría con una doncella a través de la vereda final de la Ciudad Doliente. Lana, habiendo notado la traición, comenzó a maldecirle, a él, a Orfeo junto a la bella Euridice. Él volteó, y su verdadera amada se convirtió en piedra. Este cayó al suelo como un ruiseñor mal herido. Lana lo miró y lo volvió a maldecir.

«Ahora que las almas de la tierra y del hades son libres, te condeno a ti, Orfeo, a vagar eternamente por los dos mundos buscando a las almas de todas las personas que logres amar en cada una de tus vidas, y cargadas para siempre contigo ataúdes atados a tu cuerpo. Tu nombre será desde ahora no otro que Tánatos». Y así fue cómo Lana se convirtió en una bruja.

¿Pero qué pasó después en el eterno fluir de las almas, y con la bruja? No hay respuesta dentro de esta página.

Fuente

 

---

Posted from my blog with SteemPress : http://seifiro.timeets.xyz/2018/11/09/la-princesa-y-los-ataudes/

---