"La flor de Azahar" (crónicas de El Sombrerero Loco)

—El Yeti de la montaña se ha enfermado con un fuerte resfriado—comenzó a decir esta—. Él confía en que su buen amigo, El Sombrerero Loco, cuyo nombre real no debería de ser ni escrito ni pronunciado, pueda ayudarlo a mejorar su estado de salud consiguiendo para él flores de Azahar. En cambio de esto, el señor Yeti le otorgará al señor Sombrerero Loco cinco monedas de oro de Yeti, las cuales valen diez veces más cada una que una moneda de oro humano. Fin del comunicado—Y la libélula se fue volando.

El sombrerero loco se quedó meditabundo unos instantes. «Conseguir unas flores. No suena como algo demasiado difícil» pensó para sí. Rato después le contó todo a Alessa. Esta escupió el zumo de naranja que estaba tomando al escuchar sobre la recompensa.

—¡Qué! ¡Eso es alucinante! ¡Demasiado como para ser verdad—exclamó. —Hay que tomarlo con pinzas. Además que ese sujeto peludo no me agrada.

—Dice ser mi amigo—soltó el sombrerero loco—Pero igualmente no recuerdo nada—se encogió de hombros—.

—Sin embargo—Comenzó Alessa meditabunda—Con ese dinero podríamos financiar nuestro viaje para recuperar tus memorias.

—Tienes razón, Alessa—dijo el sombrerero. Además, es sólo buscar unas flores. ¿Qué tan difícil puede ser esto?—Dijo con seguridad.

Dos días más tarde llegaron finalmente a la cima del volcán Azahar

—Habría sido más fácil si tuvieras memoria y pudieras utilizar tu magia—dijo Alessa mientras tomaba agua de un cuerno.

—No recuerdo nada. Lo único que tengo es mi sombrero y un nombre, Deneb, pero me dijiste que ese no era mi nombre, y que jamás me lo dirías.

—Antes, me pediste que sólo te dijera tu nombre si ocurría alguna emergencia.

—¿Y no es una emergencia que sufra de Amnesia?—Preguntó el sombrerero. Alessa se lo estuvo pensando mientras se rascaba sus orejas de conejo.

—Me parece que no—Dijo finalmente. Deneb se encogió de hombros y frunció el ceño. —Y veo que tampoco lo fue llegar al volcán—señaló él—quiero decir, eres una chica demasiado perezosa, y si dices que con mi magia podíamos haber llegado antes…

—Tampoco era una emergencia, aunque me vi tentada—interrumpió. A continuación, siguieron caminando hasta que Alessa señaló que había visto a la flor de Azahar. Se acercaron a recogerla hasta que de pronto alguien los interrumpió.

—¡Ah! ¡El sombrerero loco! ¡Al fin te encuentro!—Dijo una voz ronca.

—¿Eres tú, Santa Claus?—Dijo el sombrerero señalando la indumentaria de este.

—¿Qué? ¡No! ¡Cómo te atreves a confundirme con él! ¡Otra vez!—Dijo refunfuñando.

—Es que estás vestido como él.

—No, idiota. Yo soy tu enemigo, el poderoso: Satan Claws.

—Qué nombre más cursi y ridículo—Dijo el sombrero loco mientras se reía en dueto con Alessa.

—¡Tú y esa niña conejo llevan demasiado tiempo burlándose de mí!—Comenzó a hablar y a dar un discurso. Mientras tanto, Deneb aprovechó de preguntarle a Alessa que quién era ese tal Satan Claws.

—Es sólo un warlock celoso de ti. Es de baja categoría, una basura y también un hablador.

—¡Los estoy escuchando y acaban de herir mis sentimientos!

—Vaya, lo sentimos—dijo Alessa.

—Está bien, los perdono. Pero no mi metralleta—y comenzó a disparar.

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