Estudiar comunicación en Venezuela: ese martirio

Estudiar comunicación social en Venezuela supone ser un reto como todas las carreras universitarias en donde, y gracias a las mieles del socialismo, es tan difícil llegar a la universidad en función del ominoso transporte en el país como puede ser graduarse en situaciones normales. Claro está que a medida que el transporte público de un país sea más paupérrimo, mayores niveles de estrés y de ansiedad produce en la población. Para esto hay análisis psicológicos y sociológicos, pero que no vienen siendo el tema central de este artículo, sólo los saco a colación para sumar el estrés de una carrera universitaria al estrés infinito que produce la falta de transporte público en donde la improvisación es norma al igual que los piratas de carretera.

Comunicación social puede ser una carrera muy romántica, o que la presentan así. Después de todo, a los presentadores de televisión venezolanos se les conoce en su mayoría por haber estudiado esto; también a algunas cuantas misses, lo cual como consecuencia trae que se piense como una carrera «demasiado fácil». Que tampoco es que estén muy equivocados, pues es normal que aquí salgan egresados que jamás en sus putas y vagas vidas se leyeron un sólo libro. No sé si sea la única carrera de humanidades que pueda darse el lujo de tener egresados así, pero lo dejaré como una excepción. Principalmente quise estudiar esta carrera desde los 15 años debido a los movimientos estudiantiles que nacieron en el marco del cierre ilegal de RCTV por parte del sempiterno maldito Hugo Chávez —quien falleció con cáncer en el culo; siempre recuerden eso. ¡Ah, y que seguro estaba hediondo! Y que quedó como una mortadela intergaláctica—, y en donde muchas de sus caras eran estudiantes de Comunicación Social. Además que en aquel entonces yo estaba comenzando a degustarme por la literatura, y que todo el mundo decía que «para ser escritor había que estudiar comunicación». Digamos que este y los factores ya mencionados generan ese efecto romántico. Finalmente comenzaría a estudiar a los 19 años.

Me parece de mal gusto que se afirme que todo periodista es comunicador social, cuando el periodismo es más una especie de hobie, o algo «artesanal» entre las letras, mientras que el comunicador social, en teoría debería conocer lo básico de los discursos comunicativos en todas sus formas. Es una carrera en donde se ven diversas materias de audiovisuales como cine, y que se mezcla con periodismo. Al menos así es en Venezuela, en España es con derecho; y realmente para aprender acerca de dichos discursos es imperioso meterse en las áreas de la semiología y de la filosofía, en especifico con la hermenéutica y con la estética, que a su vez te obligan a estudiar muchísimo más de lo que cualquier universidad te pueda ofrecer en función de los pensums. Al menos ese ha sido mi caso. Personalmente me gusta el periodismo, pero le tengo un odio visceral al periodismo de mi país.

Porque estemos claros: la carrera que más daño le ha hecho a Venezuela ha sido específicamente comunicación social.

No hay diferencia alguna entre ser el imbécil monaguillo de una iglesia católica los días domingo de cada semana de cada mes de cada año, a ser el venezolano tibio que escucha a las letanías proferidas por César Miguel en Circuitos Éxitos todas las mañanas. El periodismo en Venezuela es actualmente una profesión de pusilánimes. Y antes también lo era, sólo que entre los pusilánimes se podía ser rebelde, pero actualmente sólo hay pusilánimes tibios. Todos los medios de comunicación social en el país han ayudado a construir la narrativa del chavismo; han ayudado a crear la imagen mental de que en Venezuela lo que se necesita es de un mesías que incremente al Estado para salvar al Estado del Estado mismo. Programas como el ya extinto «Aló, ciudadano» no fueron más que sumos pontífices y trovadores de la dictadura que si bien no ayudaron al mismísimo Hugo Chávez de forma directa, fueron quienes construyeron a la MUD, quienes también convirtieron a la política en una cuestión discursiva que no dista de ser una plática de doñas de clase media que no llevan más que al reclamo y al rezo, cosa que a su vez ha sido y sigue siendo la visión Política de Henrique Capriles.

Y eso es sencillamente porque los medios de comunicación en Venezuela han sido siempre genuflexos a los políticos. Asimismo, en las escuelas de comunicación social en el país es normal que te enseñen la sesgada visión de la izquierda sobre el mundo junto a esa idiotez de «la justicia social», y que a su vez te digan y te hagan creer que una comunidad de gente pobre en Venezuela, que es el tercer mundo, y ahora una cloaca dentro de una cloaca de ideas, que lo mejor que le pueda suceder es que lleguen a tener un medio de comunicación sea radio, TV o periódico para la comunidad. Pagado con el dinero del Estado. Y sencillamente: ¿en qué ayuda a la comunidad tener todas estas cosas que a su vez no producen nada para la misma y mucho menos para el país? Porque la verdad es que dichos medios sólo sirven para hacer propaganda infinita a las dictaduras totalitarias mientras se desangra el país. Pero es necesario que los mensajes de odio y de resentimiento que son inherentes a estos medios de comunicación se den para mantener a los poderosos en el Poder. Siendo honestos, un Mc Donals seria más provechoso y generaría más ingresos y puestos de trabajo que esos medios parásitos. Y asimismo, si por cada uno de esos medios y escuelitas públicas como Simoncitos montaramos un restaurante de alguna cadena, tendríamos un mejor país.

A lo que quiero llegar con esto, es que hay que escaparnos de la narrativa cursi ligada al periodismo y a la comunicación. Si un profesor de periodismo comienza a hablar maravillas de Vladimir a la Una, es mejor alejarse de este sujeto. La única forma de ser mejores periodistas es aprendiendo que la labor del periodista es la de ser atrevido e incomodo. En los casos de César Miguel, Leopoldo Castillo, Vladimir Villegas, y entre muchos otros, de nuevo, sólo encontramos a pusilánimes tibios que buscan complacer a sus amos políticos. Jamás son incómodos para sus entrevistados. No pueden serio. Trabajan para ellos. Y si queremos ser personas éticas es mejor leerse a Kant que a Leonardo Padrón.

Sin embargo, vale muchísimo la pena leer e investigar sobre Oscar Yanez, Carlos Rángel (lean sus libros, ¿eh?) y a Uslar Prieti. Hay grandes personalidades e ideas en ellos tres. Y en otros que ahora mismo se me habrán pasado.

En la parte económica ser comunicador social —o periodista—, la verdad es que es una puta mierda en la mayoría de los casos. Por salir en televisión vas a recibir igual sueldo mínimo. Salvo que no sé… Te acuestes con alguien que tenga poder e influencia. Eso es ya cosa de cada quien. Pero para los que son poco agraciados sexualmente, o que tienen un alto nivel de ética, como yo, les tocará aguantar hambre. Creo que vale más la pena ser Youtuber que periodista en Venezuela, al menos que te manches las manos con los negocios turbios de la MUD y del PSUV; pero no sean YouTubers de filosofía ni de literatura, al menos no en español que siendo honestos, mejor aprendan a maquillarse y a hacer pasteles para grabarse. O no sé, escriban artículos en Steemit como yo con la esperanza de obtener alguna remuneración pese a que el valor del Steem y del SBD están llegando a ser los de moneda en país socialista.

Principalmente le recomiendo a todo estudiante de comunicación social que se dejen influenciar más por la filosofía que por cualquier otra cosa. Es a través de la filosofía que se pueden llegar a sortear a todos esos caminos neomarxistas que como cantos de sirenas en las facultades conducen si no al fracaso, a ser un asco de persona con un ego frágil como los ejemplos ya mencionados. Si es posible, lean muchísimos libros, aprendan a coger a Garcia Marquéz con pinzas, entiendan de verdad qué es esa masturbación mental a la que llaman «medios comunitarios»; sean críticos con los autores que leen y con los políticos que conocen. Entiendan que la «objetividad periodística» es una entelequia, que es innecesaria, que las noticias y que mucho menos los medios de comunicación lo son, todos están polarizados, y que es esto lo que de hecho vende. Si es posible consuman poco periodismo venezolano y vayan más por el español, aunque a veces sus medios también tratan a las personas como débiles mentales, pero hay una diversidad de ideas que aquí sería imposible; y vayan por periodismo anglosajón. Allí es siempre donde de verdad ocurre el mundo.

Si es posible consuman mucha pornografía, es para evitar esto

 

 

Y poco más.

 

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