Te regalo mis recuerdos

Hoy, día de navidad y rodeado de las personas que más amo, los miro y solo llega a mi mente recuerdos tristes de un pasado alegre. Somos tres sentados en una pequeña mesa de madera cenando y tratando de no dar fuga a las lágrimas por quienes ya no están, porque a pesar de la melancolía que nos rodea debemos ser fuertes, siempre debemos serlo.

Es increíble como mi navidad ha cambiado con el paso del tiempo. Cuando era pequeño sentía una especie de magia en el ambiente difícil de explicar en palabras. El árbol, los regalos, mis padres, incluso juraría haber visto alguna vez a Papá Noel surcar los cielos nocturnos que acobijaban mis noches. Tantos detalles vistos por mí, a pesar de no ser percibidos por los más adultos; sentía incluso poder atrapar la navidad con mis manos, cada momento era especial: mi padre junto a mis hermanos, mi madre a mi lado, mis amigos y vecinos a mi alrededor en noche buena… No podía, ni quería, pedir nada más.

La sensación de ser despertado en la madrugada por mis hermanos para ver los regalos era incomparable, al final no importaba el regalo, la travesía era mejor que la meta. Ayudar en la cocina a mamá (a quien le debo mi magia de repostero) mientras me comía los ingredientes me daba más satisfacción que el comer la cena servida, aunque de igual forma siempre llegaba lleno a la mesa. El poner el árbol de navidad y adornarlo en noche buena (siempre lo dejábamos al final, nunca entendí por qué) me daba una calma y me hacía olvidar las experiencias amargas acumuladas durante todo el año. Son tantas las sensaciones y los recuerdos que llenan mi alma de nostalgia. Vuelvo mi atención a la pequeña mesita de madera y mientras los cohetes iluminan el cielo y el olor a pólvora se percibe en el aire, me pregunto ¿Podre algún día volver a sentir esa felicidad infantil?

Luego de grande me entero de muchas cosas, y quizá la felicidad de aquellos momentos si era percibida solo por mí. Peleas, engaños y desamores me rodeaban mientras mi atención se concentraba en la ilusión de las festividades, poco a poco me doy cuenta que ya sea por decisiones propias o ajenas no estaba sentado con todos a quien mi corazón añora. Lo peor no es el desasosiego, lo peor es saber la verdad; el año siguiente seremos todavía menos… ¿Lo mejor? Lo mejor es el haber tenido la oportunidad de vivir cada uno de esos momentos. Mi familia estará feliz en sus nuevas vidas, viviendo y soñando por separado; y tal vez algún día volveremos a vernos. Aunque nunca volveré a experimentar lo sentido de niño, eso no significa que no pueda sentir cosas nuevas ¿Verdad?

Feliz navidad, feliz navidad a todos.