Cuando mi hijo nació, habían transcurrido ya 3 años de haber perdido a mi primer bebé y no fue sino hasta su llegada que pude sentir la bendición de Dios para sanar mi dolor; no es que un hijo recompense o sustituya al otro, por supuesto que no, sólo que su presencia fue para mí un bálsamo para sanar mis heridas y por eso le coloqué el nombre de Salvador.

Pasados unos 6 meses fue diagnosticado por un neurólogo a través de una resonancia magnética cerebral, signo de agenesia en el lóbulo temporal izquierdo. El especialista explicó que su condición se debía a una leve ausencia de masa cerebral en el lóbulo mencionado, posiblemente causada por una falta de oxigenación cerebral durante su desarrollo fetomaternal; el niño necesitaría toda mi ayuda para realizar sus actividades puesto que tardaría más tiempo en hacerlas en comparación con los otros niños de su edad.

Motivada por estas razones me dediqué a buscar las maneras para hacer que mi hijo aprendiera a su propio ritmo, pero sin dejar de estimularlo a que aprendiera todo cuanto quisiera, sin límites de tiempo, con un amor infinito y el uso de etiquetas positivas porque sabía que su encuentro con la escuela sería un poco difícil.

Salvador caminó a los 18 meses, habló a los 2 años y hoy día en la escuela sigue siendo el que tarda más para copiar del pizarrón. No obstante; es un niño muy participativo, metódico, organizado, un poco perfeccionista y se detiene en los detalles; me ha costado revertir los efectos causados por la frase "Eres lento" de parte de sus maestras y compañeros. Hemos luchado con esto porque lamentablemente la escuela sigue siendo castigadora de lo heterogéneo y enaltecedora de lo homogéneo.

Le he dado a entender que el mundo necesita de personas como él, pacientes, pensativos y que se detengan en los detalles para que su trabajo final sea lo más limpio. A todas estas, queridas mamás y futuras madres con amor todo es posible, confíen en el potencial de sus hijos, tengan la fe suficiente para crearles un futuro más agradable y exitoso. Podemos educar a nuestros hijos con el binomio afecto-autoridad y el resultado será: seres humanos con potencial para transformar la sociedad pero también que sean capaces de darle la mano a otros para aprender.

Me encanta esta frase de Pablo Picasso:

Cuando yo era pequeño mi madre me decía: sí te haces soldado llegarás a general, si te haces cura, llegarás a ser Papa. En cambio de todo eso decidí ser pintor y me convertí en Picasso.

Fotógrafo Joel González/Fotografías, editadas por la autora en Power Point/ Cámara SAMSUNG NX1000 DE 20.3mp

[separadores editado por la autora]

Espero les sirva de ayuda mi experiencia y gracias por leer.
Un enorme abrazo de oso