Bob y Jack eran dos leñadores, a cada uno le dieron un área de aproximadamente 4 hectáreas de viejos bosques muy espesos para talar en el año. A cada uno le iban a pagar una cantidad de dinero fija por cada árbol cortado, y ambos tenían el mismo equipamiento y experiencia en este campo de trabajo. Los Incentivos para terminar el trabajo más rápido incluía un bono en dinero para la persona que pudiera terminar primero de cortar todas las 4 hectáreas de arboles.

Al principio del año, empezando Enero, Bob estaba motivado y lleno de energía, listo para talar estos arboles mas rápido que cualquier otro. Su hacha estaba ligeramente vieja y oxidada, como la de Jack, pero le había servido muy bien por muchos años. Aunque Bob era un hombre flojo, así como el común de las personas, sabía que su motivación lo podría llevar lejos. Y empezó a trabajar fervientemente, cortando su primer árbol pequeño en cuestión de minutos. A Bob le gustaba empezar con lo más fácil primero, esperar su momento, y seguir adelante de esa forma por largos periodos de tiempo. Le había funcionado bastante bien en el pasado. En el primer día, Bob logró cortar 10 árboles, y así ganar una suma bastante decente de dinero. Bob estaba, la mayoría de las veces, dispuesto a trabajar duro cuando veía resultados inmediatos.

Jack, por lo contrario, no cortó ningún árbol el primer día. De hecho, no cortó ni un árbol en la semana entera. “¿Qué rayos pudo estar haciendo?” se preguntó Bob. Bueno, primeramente Jack estaba ocupado leyendo. Aunque tenía mucha experiencia cortando árboles, sentía que necesitaba aprender mas profundo sobre técnicas que el se había negado a refinar. Mientras que él tenía una experiencia decente cortando árboles, en realidad el nunca había aprendido cómo cortar árboles.

Y así procedió a aprender la ciencia detrás de leñar árboles. Tuvo que conocer como crecían los árboles, que clase de madera era mas suave o mas dura, mas fácil de doblar o quebrar, y que angulo de corte funcionaba mejor para los diferentes tipos de madera para obtener más rápido los resultados. Y más importante, Jack paso una gran cantidad de tiempo afilando su buena pero vieja hacha. El meticulosamente afilo la cuchilla; se convirtió como una obsesión. No dejó nada al azar, él se quería asegurar que la cuchilla tendría un corte óptimo, para que durara el mayor tiempo posible afilada. luego de una semana intensa de Estudio duro y de afilar el hacha, el estaba listo para ponerse a trabajar.

Para finales de Agosto, Jack ya había terminado de talar todos los árboles que habían crecido en sus 4 hectáreas asignadas. Bob estaba sorprendido. “Eres un genio,” le dijo a Jack. “Obviamente tienes un don de leñador. naciste con genes de leñador,” el agregó. Jack asintió con la cabeza y sonrió, y procedió a relajarse y beber cerveza hasta el final de año, mientras que Bob estaba ocupado talando el resto de los árboles.

Para cortar un árbol rápidamente, tienes que pasar el doble de tiempo afilando tu hacha.

¿Qué nos enseña esta parábola? Bueno, la historia de los dos leñadores ejemplifica lo que yo llamo la “paradoja del Flojo”. Nosotros, meros mortales, normalmente somos muy flojos para invertir en nuestro presente y esforzarnos para beneficio de nuestro futuro. Incluso si estos beneficios superan en ganancias a los costes actuales de 100:1, la flojera nos imposibilita de hacerlo. La paradoja del Flojo, entonces, es que al no pasar suficiente tiempo afilando tu hacha, en un futuro, te tomará mucho, pero mucho mas tiempo y esfuerzo talar el bosque. Y te costará mucho dinero. Parece contraproducente, pero trabajar duro y ser flojo no son mutuamente excluyentes, Aunque esto es lo que a la mayoría de nosotros nos han hecho creer. Trabajar y aprender de forma inteligente, por otro lado, es el camino de las personas productivas y eficientes.