Caperucita Domo al Lobo Feroz

En un bosque oscuro se encontraba un lobo feroz con un corazón frío, lleno de rabia y decepciones, sumergido en la helada y sombría soledad, estaba su alma, agotada de vivir momentos de desprecios por su apariencia temible, no permitía que nadie se le acercara, tan solo tratar de acariciarlo, te causaba la muerte o una herida mortal segura.

Toda Doncella curiosa, al pasar por ese bosque que les llamaba la atención, podían sentir en el transcurso de su camino, que alguien las miraba y las perseguía con su mirada, cuando se percataban que la sensación era cierta podían ver entre la oscuridad unos ojos amarillentos por el desvelo que el lobo tenia ya que siempre estaba alerta, de quien se dirigiera a su cercanía.

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Pero aquellas doncellas, caían seducidas por la mirada del rabioso lobo, ferocidad producida, por flechas llenas de desprecios y traiciones, hiriéndolo de gravedad, aquel gruñir enseñando sus colmillos, era su escudo, para espantar toda forma de ilusión, aquel lobo devoraba a cada una de esas doncellas hipnotizadas por su mirada, éstas, sin importarles ser la carnada de una sola noche y que en su piel quedaran reflejadas las marcas de rasguños de pasión y mordiscos agridulces, se entregaban a los actos paganos con ese hombre lobo.

El lobo se dejaba llevar por su instinto animal, carnada que se le acercaba, la devoraba sin parar, clavaba sus afilados colmillos en los muslos carnosos de sus víctimas, dejándole las más visibles cicatrices.

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En una noche de luna llena, al lobo se le revolvió en su interior aquellos momentos de dolor con más fuerza, aquellos aullidos desgarradores llegaron a los oídos de una valiente y diferente doncella, afamada por llevar siempre una caperuza roja las veces que salía a recoger frutos a las cercanías de aquel oscuro bosque, a pesar de que era muy tarde ya, toma su llamativa caperuza y se dirige al bosque donde venían los aullidos, mientras más se introducía a la sombría arboleda, sintió que alguien la seguía con la mirada, al voltear logro ver al lobo que salió a atacarla de una vez, aquella caperuza con una rama logro herir al lobo, sorprendiéndolo con su gran habilidad de defensa, al levantarse ambos empiezan a caminar en círculos y el lobo le pregunta:

¿Qué haces linda caperucita en mi oscuro bosque, sabias que doncella que entra aquí, sale con muchas cicatrices que no podrán borra jamás?

La caperucita le respondió:

Escuche sobre tu fama de devorar sin tregua, sin embargo decidí matar mi curiosidad.

La caperuza se acerca al lobo y le dice:

Déjate acariciar para calmar esa rabia que no te deja vivir en paz.

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El lobo dejo que caperucita se le acerca y lo acariciara, aquel lobo sintió algo que jamás había sentido, en los ojos de esa caperucita hubo algo que lo cautivo y que hizo que le echara tierra a todo ese cementerio de amargos recuerdos que no lo dejaban vivir en paz.

El alma del lobo con aquella valiente doncella se conectaron de una forma especial, irradio de luz aquel bosque, opacando la oscuridad que embargaba el corazón herido del lobo, ésta con paciencia y dulzura, logro domar a aquel feroz animal, le hizo el amor, luego el hechizo se rompió, el hombre quedo liberado de la figura malvada de ese animal y se entrego al amor con la caperucita que le dio otra vez la confianza a una nueva ilusión.