Cada noche del seis de abril - Relato
Mi amigo y yo acostumbrábamos ir a un negocio donde vendían cervezas bien frías, en mi ciudad los negocios donde venden todo tipo de licores y productos para fiestas los llamamos depósitos, allí uno podía tomar acompañado de sus amigos al aire libre, conversar, echar bromas y relajarse, de vez en cuando algún borrachito hacía uno que otro espectáculo, pero las cosas no salían de allí, realmente uno la pasaba muy bien. Todos los seis de abril de cada año mi amigo salía de vacaciones y para celebrar nos íbamos para el depósito, esto lo hacíamos todos los años y se había convertido en un especie de ritual.
Uno de esos días especiales llegamos frente al establecimiento, pedimos como siempre dos cervezas bien frías, nos sentamos en un pequeño muro de concreto que parecía siempre estar desocupado y disponible para nosotros. Al cabo de poco tiempo vimos llegar apresuradamente a un señor de camisa amarilla el cual pidió casi desesperado una cerveza, al serle servida se la llevó rápidamente a la boca tomándosela de un solo trago, parecía algo alterado y al bajar la botella nos miró, con una voz trémula nos ofreció una bebida; mi amigo y yo inmediatamente asentimos, levantándonos del muro nos acercamos al nervioso señor, sus ojos estaban rojos y su tufo delataba su embriaguez, nos dijo que no íbamos a creer lo que hacía poco le había sucedido.
Con las frías botellas en la mano escuchábamos atentos su extraño relato, nos decía que yendo en su vehículo por la carretera algo que parecía un niño se atravesó en su camino, pero que su cabeza era enorme y deforme, que su cara era extremadamente blanca y una parte de ella era tapada por largos cabellos negros que colgaban en su rostro, parecía que la mitad de su cabeza era totalmente calva y de ella salían protuberancias marrones y negras, al contar esto su voz se exaltaba a tal punto que pensábamos que iba a gritar, movía sus temblorosas manos y las ponía separadas de sus oídos como tratando de describir las dimensiones de la amorfa cabeza de lo que él pensaba era un niño.
Terminó su cerveza y puso la botella en el muro que anteriormente nos había servido de asiento, lo mirábamos totalmente pasmados. Luego de una pequeña pausa y con una mirada triste y perdida prosiguió diciendo que no había podido esquivarlo, que se había asustado mucho, perdió el control y lo atropelló, su cuerpo salió despedido a pocos metros. Repentinamente dejó de hablar y se marchó tan rápido como había llegado, nosotros no le quitábamos la mirada de encima y vimos cómo caminó hasta la oscura avenida donde se montó en una camioneta roja con barandas blancas, la encendió y se marchó.
Mi amigo y yo nos mirábamos asombrados por tan extraño suceso, nos preguntábamos quién rayos era ese tipo, que quizás lo que estaba era muy borracho o era un loco, también nos asaltaba la idea de que lo que había contado era cierto. Nos tomamos dos cervezas más y nos fuimos a nuestras casas un poco intrigados y alterados por la experiencia que habíamos tenido, por la historia de ese señor de camisa amarilla que conducía una camioneta roja de barandas blancas.
Seguimos yendo a ese depósito, y siempre recordábamos la extraña historia de este señor, a veces hasta bromeábamos y nos reíamos de aquello, pero siempre nos quedaba la duda, esa de querer saber qué era lo que le había sucedido al pobre hombre. Después de varios meses sin ir a nuestro lugar de encuentro, llegó el seis de abril y mi amigo como siempre salió de vacaciones, pero ese día estaba muy enfermo y tuvimos que posponer nuestra cita en el depósito para el siguiente día, por primera vez habíamos faltado a lo que parecía una promesa que cumplíamos todos los años.
Al siguiente día por la noche ya mi amigo estaba totalmente sano, o al menos se sentía mucho mejor, y nos fuimos a nuestro sitio de costumbre, al llegar pedimos dos cervezas y como siempre nos sentamos en el muro, conversábamos tranquilamente y saludábamos a los conocidos que llegaban a tomar. Uno de esos amigos era un muchacho que se nos aproximó con una sonrisa preocupante, nos dijo que había venido la noche anterior a tomarse unas cervezas y algo raro le había acontecido, nos dijo que un señor de camisa amarilla le había contado una horrible historia, mi amigo dejó caer la botella de cerveza por la impresión, yo estaba pasmado, nos levantamos de nuestro asiento escuchando el relato de nuestro amigo, éste era idéntico al que nos había contado aquel hombre.
Sorprendidos le comentamos al muchacho que nos había ocurrido exactamente lo mismo, pero éste último se enojó pensando que no le creíamos su historia y que nos burlábamos de su fantástico relato, su descontento fue tal que se marchó sin decir nada más. Queríamos inútilmente dar explicación a todo esto, la impresionante coincidencia, dos sucesos ocurridos en tiempos distantes pero iguales, y con testigos diferentes; tratando de poner los pensamientos en orden mi amigo recordó con sorpresa y asombro que hacía exactamente un año y un día habíamos estado tomando en el lugar en que estábamos ahora, y en donde ocurrió lo que acabábamos de escuchar de este muchacho. Confundidos pedimos otras cervezas, nos sentamos en el muro y buscábamos respuestas a todo esto, no las conseguimos.
Al pasar los días buscábamos la manera de olvidar todos estos acontecimientos que parecían tan absurdos, pero nos quedaba ese sentimiento de curiosidad y misterio que realmente queríamos descifrar. Supusimos que esta repetición de hechos ocurrían siempre los seis de abril, y ésta era la fecha en la que siempre celebrábamos las vacaciones de mi amigo, y no faltaríamos a esa próxima cita. Llegó el mes de abril y comenzamos a sentirnos muy ansiosos, especulamos sobre lo que podía ocurrir dentro de seis días, mi amigo llegó a sugerir que no fuésemos al depósito, cosa que también pasó por mi mente, pero al final concluimos que nuestro comportamiento era pueril y tratábamos de esconder nuestros temores, esos miedos que el adulto siempre oculta tratando de convencerse de que los hemos superado u olvidado.
Llegó ese tan temido sexto día del mes de abril, llegamos al depósito y como siempre pedimos nuestras dos cervezas, nos sentamos en los asientos de concreto y bebíamos deprisa sin disfrutar mucho del sabor de la bebida, pedimos otra ronda, queríamos que el alcohol inhibiera nuestros temores y nos diera valentía ante algo que quizás no iba a suceder. Mirábamos con nerviosismo y atentos a todos los hombres que llegaban, era tanta nuestra ansiedad que veíamos camisas amarillas cuando en realidad vestían de blanco, incluso cualquier color claro lo confundíamos con ése que no queríamos ver. Al pasar las horas ya con varias bebidas encima, comenzábamos a relajarnos y echar broma, no recordábamos la hora en que había llegado aquel alarmado hombre hacía exactamente dos años, pero yo me llegué a convencer de que llegaría nunca.
Entre charlas y risas con nuestros amigos, me acerqué para pedir la última ronda de cervezas, apenas las pude agarrar con mis manos cuando a mi lado vi aquel inolvidable rostro, las cervezas cayeron al suelo, miré su camisa amarilla, sus ojos rojos fijos en mí exactamente como aquel día, un frío fantasmal invadió mi cuerpo, volteé enseguida y vi la cara de mi amigo que pálido me veía como queriendo llorar de miedo, salimos corriendo y atravesamos la avenida.
Desde el otro lado de la carretera tratábamos de calmarnos, todo nuestro cuerpo temblaba, buscábamos la manera calmarnos, entonces desde lo lejos mirábamos al señor que hablaba con otro, era increíble, hacía exactamente los mismos gestos, flanqueaba con las manos su cara como aquella vez, parecía que hasta lo podíamos escuchar contando esa extraña historia. Vimos que se aproximaba hacia la avenida, nos exaltamos y observábamos cómo se dirigía a una camioneta roja de barandas blancas estacionada, se montó, encendió la camioneta y sucedió algo de lo que no nos habíamos percatado aquella noche.
La camioneta no siguió derecho sino que dio una impresionante vuelta en u, pasó frente a nosotros y veíamos con espanto como de la parte de abajo del cajón de la camioneta salían unas cadavéricas manos que se agarraban de las barandas, todo pasó como cámara lenta, poco a poco las manos se esforzaban por asomar una cabeza deforme. Salió temblando un mojado o sudoroso cuerpo de lo que parecía un pequeño ser humano, nos miró fijamente, abrió su boca como para gritarnos algo pero en vez de palabras brotaban flujos espesos de roja sangre, caían en su rostro finos cabellos como gruesas hebras negras, estiró uno de sus delgados brazos y con la mano parecía llamarnos, luego veíamos como se alejaba por la oscura carretera.
Fue una escena espantosa, un episodio en mi vida y la de mi amigo que jamás olvidamos, aquella noche sabíamos que íbamos a poder dormir, nos quedamos en el frente de mi casa hablando y razonando hasta poder salir del fuerte impacto emocional que habíamos tenido. Pasaron muchas noches de insomnio, para poder olvidar decidimos no volver hablar de lo sucedido, casi morimos de miedo y horror aquella noche, pero es imposible olvidar algo así.
De eso hace ya muchos años, fue en los años ochenta y en nuestras pesadillas hemos vuelto a ese depósito, nunca más iremos, fue nuestra promesa, y muchísimo menos un seis de abril. Este depósito se llama Los López, nombre dado por el apellido de los propietarios, hoy en día todavía permanece, en el mismo sitio, en la Avenida Haticos por Arriba, si por casualidad una noche de seis de abril anda por allí, y se antoja de tomarse unas cervezas y llega a ver un hombre de camisa amarilla no se preocupe, esto es sólo una historia, pero no voltee hacia la avenida, no vaya ser que vea una camioneta roja con barandas blancas.
buen post :)
Me gusta mucho este genero, disfrute de la lectura, muchas gracias querido amigo @rnunez09 por compartir este relato.
Que tengas un gran día
Buenas @jlufer!
Me alegra mucho que te gustase y muchas gracias por el apoyo, significa mucho para mí. Es de las primeras veces que escribo algo del género de terror, tu comentario me anima a hacer algún otro relato.
Excelente relato mucho mejor escrito, felicidades por el post @rnunez09
No te olvides de poner el tag spanish en tus posts.
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valorado en 2000 SBD!!!
Saludos he tenido la oportunidad de leer Lovercraft, Quiroga y Pocaterra , realmente tu relato es bueno te felicito @rnunez09 sigue escribiendo.
Me siento muy honrado de estar en el mismo párrafo que esos magníficos autores, @odic3o1 .
Muchas gracias, por supuesto que seguiré escribiendo.