Poema | Ella me calienta

Perfección es una palabra
que contiene muchas dificultades
a realizar, pero cuando le escribo
y recibo la perversidad de sus palabras.
La doy por perfecta.
Podrá ser amargada
y terca como mula,
con dosis de rebeldía.
Eso no hace más que acentuar
la excelencia que me arroja.
Me pone a hervir
con sus puyas picantes,
con sus imágenes impúdicas,
con su lengua seductora e hipnótica.
Me pone a cien grados Celsius.
El tenerla tan lejos
y no cogerla; de la mano,
no acariciarle sus frescos melones
o darle una nalgada de buenos días.
La perfección radica en ella
cuando sonríe pícaramente
y me cautiva con sus múltiples sueños eróticos.
Me pone como tetera en fuego
cuando despliega sus planes conmigo,
ambas arman nuestras futuras vidas
como rompecabezas de mesa.
Me pone a fuego intenso
su mirada sonrojada
cuando es bombardeada por mis piropos modestos
y intenciones deshonestas.
Ella constantemente me causa calenturas febriles
con su madurez arraigada desde pequeña.
Ella es el esplendor que origina
mis elevaciones de temperatura.

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