Diario de una enferma 8: “El seguro social y llorar en público”.

Enferma (2019). Foto tomada y editada por mí.

Había pasado los últimos 3 meses buscando más de 64 insumos para mi cirugía. Toda institución tenía sus manía y había que cumplir uno que otro requisito para que te soltaran unos guantes estériles de 6.5…

Pero había nada parecido al seguro social.

Lo primero que tenías que hacer para que, si quiera, te tomaran en cuenta era tener una carta de dirección a dirección, es decir una carta escrita por el director del hospital al director del seguro social, requiriendo insumos para una paciente X. Tuve que estar dos semanas de oficinas en oficinas para que me hicieran esa carta. Y por fin la obtuve…Pero sólo pedían la amoxacilina y el gas anestésico (que cabe resaltar vale 200$ y hay que compartirlo con otra persona que intervengan en el mismo día que tú).

“Vengo a solicitar ayuda con insumos” dije al recepcionista.

Él revisó mis papeles, asintió y me dijo que pasara mañana después de las 10 a ver si el director aprobaba la ayuda.
Fui al día siguiente.

“Sí fue aprobado. Busque sus insumos en farmacia o en depósito”.

Fui a esos dos lugares varias veces y mi caso no estaba. Mi informe se había perdido. Volví a dirección.

“Debe estar en esos dos lugares”. Volví. Volví. Volví. Y volví por dos meses y no había respuesta.

“Estoy segura que ya enviaron el gas al hospital, sólo tienes que preguntar allá”.

Pero yo sólo pensaba que si ya lo habían enviado, ya lo habían gastado porque todavía me faltaba mucho para completar la lista de insumos y por tanto, faltaba mucho para mi cirugía.

Estaba harta, quería hablar con el director del seguro social.

“¿Cómo que se perdió tu caso? Esperate, no puedes hablar con el director, nosotros lo buscamos”.

Por fin se dieron la tarea de buscar mi caso…Si hubiera sabido, hubiera solicitado una cita con el director hacía mucho tiempo.

Tuve que perder mi cita porque ellos se estaban demorando en encontrar mi caso.

“Tengo que hablar con el director”.

Espera. Espera. Espera. Espera.

En esos momentos estaba en farmacia, mientras que los trabajadores "buscaban" mi caso, pero realmente no lo estaban haciendo. Ahí pasó el director.

“Señor, señor…!”

Él se volteó a verme.

“Soy Alejandra Mejías, hoy íbamos a hablar de…”

“Hablamos en dirección…aquí yo no hablo”. Y se largó.

Las horas de espera, la negligencia que me rodeaba, más personas lamentadose por lo mismo que yo, lo mal que iba en la universidad, mi último fracaso que había sido un éxito…Todo se mezclo. Había pasado un mes sin llorar porque había estado tan ocupada como para sentir que a mis lágrimas les pareció ese el momento perfecto.

Me rompí a llorar en una oficina del seguro social. Una hora después encontraron mi caso. Me habían donado un gas anestésico hace 4 meses. Anoté todos los datos del envío y me fui con la frente en alto.

Sólo estaba rogando que ese gas todavía estuviera reservado para mí en el hospital.