Sino lo haces y es para ti, ¡El universo te empujará hacia ello!

Dos personas se ven constantemente, día tras día, coinciden en el mismo camino a su trabajo no porque sea en el mismo lugar ni el mismo tipo de trabajo.
Con el tiempo se empiezan a reconocer.
¿Viven cerca el uno del otro?, ¿creen en las coincidencias, la casualidad, el destino?
La respuesta es: ¡Tal vez!.
Pero, no tienen el valor de aceptar esa casualidad que los unió; siguieron sus caminos, una y otra vez, sólo mirándose el uno al otro, de vez en cuando coincidían sus ojos.
Sólo las estatuas, y carteles de la calle se daban cuenta de ese anhelo mutuo entre ellos.
Sus energías convergían, se fortalecían juntas, ellos lo ignoraban por completo, no le hacían caso a sus sentidos, solo creían en lo que veían, y ese sentimiento, aunque fuerte, no les dio el valor para ver al otro por más de 3 segundos.
Sólo fantasías inocentes pasaban por sus mentes, cada vez que se cruzaban.
Sin saber, empezaron a sentir pesar, a sentirse ligeramente deprimidos, presintieron qué era y, sin hacerle caso, como de costumbre, siguieron con su vida.
En un día festivo, donde iban por otra parte de esa gran ciudad, libres, sin el estrés del trabajo; uno al cruzar la esquina el otro al salir de una tienda sus miradas se encontraron.
Mostrando un ligera expresión de sorpresa que se le escapó a uno provocó la misma al otro.
Después de alejar la mirada a otro lado, sin creer aún en su suerte, caminaron hacia otra calle.

Luego de un profundo suspiro y de ver al cielo, un poco nublado, uno sintió que alguien se detuvo, quedando espalda con espalda, viendo al escaparate de una tienda; ¿Será que esta vez... empezarán a creer en el destino?.
El universo esforzándose por hacer que dos personas se unan; ellos, más tercos que nunca a dejarse llevar por algo tan poderoso como el destino.
Girando levemente y sin expresión, reconocen la silueta, el uno del otro.
El tiempo se detuvo en ese instante; hasta la calle, concurrida a esa hora, se mostró vacía; la estatua de la zona ahora parecía tener una ligera sonrisa en su rostro de piedra pulida, como si no fuera la primera vez que presencia este acto, libre prejuicios y estigmas.
Ambos se giraron al mismo tiempo, se encontraron sus ojos, una nerviosa pero sincera sonrisa les arrebato el destino a ambos, para ver si lograba su objetivo.
Después de ese par de eternos segundos donde se vieron, resistiendo la fuerza del universo. Se volvieron a separar. Dejando al destino una vez más frustrado.
Pero ellos sin conocer a ese viejo frustrado, ya sabían que se volverían a ver camino a su lugar de trabajo.
Ya que se presentaron en un idioma que no requiere palabras ni expresiones, sino energía.
Aunque el universo fue engañado momentáneamente, cumplió su objetivo.