Relato | Asesinato en la maleza de la plaza "Henri Pittier"

in #spanish6 years ago

Cuando el otoño estrega sus colores naturales en las hojas muertas de la vida, a sabiendas de que se aproxima el invierno, se prepara la despedida con la dulzura de la vida misma.
Milton Gomez

Lenta y pesadamente caminó. Una sola pista necesitaba para aclarar el motivo. La marca en el brazo izquierdo, no era sino, el código con el cual apodaba al amado, ese que horas antes había descuartizado y dejado en partes sobre las hojas sin vida de la hojarasca.

Ella era la dueña del poema 99 y no permitiría que hubiese otra, que ostentase el escrito 100 del poemario que su amado búho escribía. No, no después que en su brazo siniestro, ella lo había inmortalizado con un tatuaje, prefería pudrirse en la cárcel o mejor, escapar en alguna de las resquebrajadas grietas del sistema judicial venezolano.

Al principio sólo fue un vago susurro que le decía "Te es infiel".

Al pasar los días, la idea se hizo dueña de la razón, al punto de seguirlo a sol y sombra, esperando. No fue sino hasta el día que Eleazar compró el nuevo teléfono móvil y en un descuido lo olvidase sobre la mesa, al llegar del trabajo.

En ese mensaje de texto que llegara en mala hora, estaba la confirmación buscada, ellos se verían al atardecer, en la antigua plazoleta, Elena era el nombre de la descarada. Ella, sería la causante que una nueva Troya quedara reducida a cenizas, sólo que esta ocasión, no sería una ciudad, sería un hombre y el reclamo no lo haría un rey, sino una mujer traicionada.

Ya con el plan y acción definidos, en cuestión de segundos. Dejó el celular en la mesa antes de que él volviese. Ella le sirvió el almuerzo, como si nada y a las tres el café recién colado. Le planchó la camisa blanca como acariciando su cuerpo entero por última vez y luego le besó en la mejilla para despedirse.

Eleazar dudó en salir al ver la mirada premonitoria de su mujer, pero aún así se fué.

Ella, Andrea camino al cuarto de deposito, descolgó de la pared el hacha y se fue a la plaza "Henri Pittier". había sido elegida como lugar de encuentro, ya que ante el descuido municipal, se había transformado en un bosque en medio de la ciudad de Guanare.

Despacio caminó hasta la banqueta donde los encontró. temprano, los había visto juguetear entre los arboles, escondidos por la maleza, llegando por el sendero. Estaban distraídos, confiados del camuflaje, enamorados.

Eleazar -dijo Andrea con una voz mas grave de lo normal.

Cuando él volteó a ver quien le llamaba, sólo alcanzó a ver la trayectoria del hacha hacia su cabeza. La chica que le acompañaba empezó a gritar, a la vez que huía despavorida. una mueca de maldad pura se dibujo en el rostro de la victimaria, mientras la sangre, cálida acariciaba la mejilla de Eleazar, hasta caer sobre las hojas, también muertas en el suelo.

16 veces levantó el hacha y la estrelló contra el cuerpo inerte en el banco, dieciséis antes que la chica volviera con la policía.

Ella soltó el hacha, lamió la sangre salpicada en el tatuaje, abrió los brazos y mirando los trozos esparcidos le dijo:

¿Quien era la última del poemario pendejo?

Fin.

El anterior poema fue realizado como participación del Reto literario en @constelacion. Si desea conocer las Bases y condiciones del reto haga clic aquí
Fuentes

La imagen de portada fue proporcionada por el staff de @constelacion para el reto literario.

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