Me casé con Daysis Suleiman, que fue mi profesora universitaria, mi colega de trabajo, la que me obligó a madurar y la que me ha soportado todos estos años pasando por tantas cosas, que les contaré en otra serie de anécdotas más adelante. Como nos enamoramos fue extraño, de esas cosas que ocurren sin planearlo y terminan saliendo perfectas. Resulta que Daysis era mi colega de trabajo y a la vez mi profesora en la carrera universitaria que cursaba, y siempre como vivíamos en la misma ruta, ella me daba un aventón hasta mi casa en su malibú 79, y en ese trayecto, como de 9 cuadras de carretera conversábamos de la carrera, de los patronos, de la vida, de las constelaciones intergalácticas, en fin, de todo y de nada en particular.

Una tarde que por algún motivo no hubo sesión académica, tras el aventón acostumbrado, cuando me fui a despedir la chica del cabello revuelto y la chaqueta de cuero a pesar del calor sancarleño me robó un beso, fue curioso e impactante, fue inocente y travieso a la vez, luego antes de que cerrara siquiera la puerta del carro se fue y me quede allí en medio de la calle, a media cuadra de mi casa, pensando ¿qué había pasado ahí?

Desde ese punto, todo fue confuso y acelerado, conversábamos mucho por mensajería, no existían los teclados qwerty, así que textear manualmente era agotador, sin embargo lo seguía haciendo, día a día. Después vino la típica fase de visitas a su casa para “hablar” de trabajo, nadie sospechaba de mi porque era menor que Daysis y por qué realmente a los ojos del mundo nosotros eramos como espías infiltrados en una fiesta de gala, indetectables.

Un par de salidas con la familia de Daysis y la esperada noche después del viaje a la playa que me dejaron durmiendo en la casa donde ella vivía, pero, en una especie de enrejado, como buenos novios, tocó esperar todos se fueran a dormir para poder besarnos en mi celda de castidad. Después de allí extrañamente empecé a trabajarle a Daysis en un pequeño cybercafe de su propiedad, y era el sitio perfecto para vernos, cuando nadie nos veía. Ya la visita del enjuto chico de doña Margarita (Así le dicen a mi mamá), empezaba a generar sospecha en el entorno familiar, pero dado el sutil carácter de mi actual esposa, nadie se atrevía a preguntar nada del asunto.

Mientras tanto en nuestro ámbito académico y laboral, nadie siquiera sospechaba, lo cual habla muy bien de nuestra capacidad de confidencialidad propia, era cómico oír como otros estudiantes o colegas de trabajo me hablaban de Daysis y yo los instaba a enamorarla a ver “que salía”, años más tarde me enteré que ella hacía lo mismo con las compañeras de clases. Nuestro escondido amorío se mantuvo más de un año en secreto, hasta que un día…

En Diciembre de 2017 Compramos un paquete full equipo y nos fuimos de luna de miel a Mochima (Sucre, Venezuela), después de un viaje en lancha por el paso el estribillo y en frente a las arenas blancas de Playa Manare, nos casamos con el mar de juez y testigo. Al volver juntamos a ambas familias en una cena y formalizamos ante las familias nuestra unión, podría jurar que la noche siguiente con la casa solitaria, Hicimos a Sebastián, es curioso, un fin de semana de ensueño, full equipo con todo pago y terminamos encargando a la cigüeña en casa.

Meses más tarde, el 21 de Agosto de 2018 con la complicidad de mi amigo Jhonner y Janeth la secretaría de nuestro trabajo, protocolizamos ante el registro municipal, fugados como escapistas en horario de oficina, así que tenemos dos fechas de aniversario la metafísica y la seglar. A los 19 días, el 09/09/2008 a las 6:30 AM, nació Sebastián Hernández con un grito que retumbó por toda la Clínica Coromoto (San Carlos, Cojedes) y allí se completó mi círculo familiar y me convertí en Cabecilla de esta pequeña aldea propia, La tribu de “los Daysis” como bromeamos para referirnos a nosotros mismos, como si fuéramos un matriarcado.

Once años de amoldarnos los unos a los otros, de disfrutar/sufrir, errar/aprender, Aceptar/negociar, no es fácil ser esposo, mucho menos ser padre, pero si es una experiencia única, irrepetible y que nos hace ser humanos plenos, mi hijo llevará la semilla de mi nombre y la ecuación de nuestros genes a otra familia para formar su propia minialdea y convertirse el en otro cabeza de familia del universo.

I got married and my wife is called Daysis Suleiman, who was my university professor, my co-worker, who forced me to mature and who has supported me all these years, going through so many things, that I will tell you in another series of anecdotes later. How we fell in love was strange, of those things that happen without planning it and end up being perfect. It turns out that Daysis was my work colleague and at the same time my professor in the university career that I was studying, and always, as we lived on the same route, she took me to my house in her malibú 79, and in that way, as of 9 blocks of road, we talked about the university career, the employers, life, intergalactic constellations, in short, everything and nothing in particular.

One afternoon that for some reason there was no academic session, after the customary ride, when I went to say goodbye to the girl with the messy hair and the leather jacket despite the San Carlos heat, She stole a kiss from me, it was curious and shocking, it was innocent and naughty at the same time, then before I even closed the car door he left and I stayed there in the middle of the street, half a block from my house, thinking what happened there?

From that point, everything was confusing and accelerated, we talked a lot by messenger, there were no qwerty keyboards, so texting manually was exhausting, but I kept doing it, day by day. Then came the typical phase of visits to his house to "talk" about work, nobody suspected me, because I was younger than Daysis and why really in the eyes of the world we were like spies infiltrated at a gala party, undetectable.

A couple of outings with the family of Daysis and the expected night after the trip to the beach, where I was allowed to sleep in the house where she lived, but that if, in a kind of lattice room, as good boyfriends, we had to wait all go to sleep to be able to kiss us in my chastity cell. After that, I strangely started working on Daysis in a small cybercafe on his property, and it was the perfect place to see us when nobody saw us. Already the visit of Dona Margarita's slender boy (So they say to my mom), began to generate suspicion in the family environment of her, but given the strong character of my current wife, nobody dared to ask her anything about the matter.

Meanwhile, in our academic and work environment, nobody even suspected, which speaks very well of our own confidentiality capacity, it was funny to hear how other students or colleagues talked to me about Daysis and I urged them to fall in love to see "what I left ", years later, I found out that she did the same with the classmates. Our hidden love remained secret for more than a year, until one day ...

In December of 2017 we bought a full travel package and went on our honeymoon to Mochima (Sucre, Venezuela), after a boat trip and in front of the white sands of Playa Manare, we got married to the sea as our marriage judge and witness of the wedding. When we return, we join both families in a dinner and we formalize before our families our union, I could swear that the next night with the lonely house, We made our son Sebastían, it's funny, a dream weekend, full team with all payment and we ended up ordering the package to the stork at home.

Months later, on August 21, 2018 with the complicity of my friend Jhonner and Janeth the secretariat of our work, we protocolized before the municipal registry, escaped as escapists during office hours, so we have two anniversary dates: metaphysics and secular. At 19 days, on 09/09/2008 at 6:30 AM, Sebastián Hernández was born with a scream that echoed throughout the Coromoto Clinic (San Carlos, Cojedes) and there my family circle was completed and I became a Head of this little village of its own, the tribe of "the Daysis" as we joke to refer to ourselves, as if we were a matriarchy.

Eleven years of adapting to each other, to enjoy / suffer, to err / learn, to accept / negotiate, it is not easy to be a husband, much less to be a father, but if it is, a unique, unrepeatable experience that makes us full humans , my son will take the seed of my name and the equation of our genes to another family to form his own mini village and become the other head of the universe family.