Cantos de migración | I
Dejó la mujer bajo techo
para no lloviznar;
pena forzosa el deber,
estación repleta de mudanzas.
Sin la prudencia de papeles,
que lo hagan legitimo,
arrastra el lastre de la gaveta,
llena de ropas vencidas,
en el vaho del cristal, se ve
el despojo de lo que fue;
desconoce el retorno
del auto-proclamado exilio.
Halando viento,
viene triste, la palabra de María;
peregrina, quiere labrar
colofón en la tez de José.
No voltea, sube dando palmadas
al ómnibus; rumbo a otro norte,
buscando el dorado o el óbolo.
Inicia la procesión.
El invierno captura sus ojos
en la bastilla de gabardina.
Muy conmovedor tu escrito, es algo duro dejar tus raíces para buscar un mejor futuro o calidad de vida, no todos consiguen en tierras lejanas lo que desean.
Gracias. Yo sólo tuve unas vacaciones remuneradas en Barranquilla (Colombia), y aún así fueron dos meses duros, que han inspirado todas esas historias de paisanos, regados por el mundo. Saludos.