Cimientos de una sociedad enferma
Hoy el tiempo se dobla y mis días se transforman en semanas que consiguientemente son meses. Veo un mundo turbulento en el que cada día aparecen más monedas, más símbolos sin valor idolatrados por la sociedad. Veo un mundo empeñado, empecinado y adiestrado para dar por sentado, que es necesario lanzar los dados para mover sus fichas en el tablero.
En medio de las calles con la inseguridad más naturalizada, donde un robo siempre es factible y una muerte más que posible, me sujeto del azar para transitar un día más. Espero con la mirada perdida mientras escucho que alguien señala, - las criptomonedas son una burla de la economía ¿Cómo algo sin respaldo puede tener valor?-. Vuelvo a mis pensamientos y le respondo sin emitir ningún sonido- ¿Y acaso la economía misma no es una burla? ¿No notas que es sólo la diversificación de un circo de incongruencias, en el que la esclavitud sencillamente evolucionó? Somos tan sólo prisioneros del significado de un significante, tan real como un dios que nadie ve, puede sentirse o escucharse; es sólo real a costa de fe, a costa de darlo por sentado sin cuestionamientos ni oposición, ahí radica su fuerza, ahí es cuando se superpone ante nosotros, como si fuera perfectamente natural, incuestionable, irreversible, como sino fuera una invención-.
Esclavos remunerados, resignados dentro de una burbuja de ideas precarias y sistemas arcaicos de estancamiento programado. Veo con aires cínicos una sociedad que se fundamenta en la capitalización de la necesidad, la desgracia y el padecimiento de algunos, para el enriquecimiento de unos pocos. Me muevo ambivalente entre la enfermedad innegable de una realidad que aborrezco y la búsqueda de fórmulas para detener los azotes (llorando al comprender), que sólo se detienen si tú los administras (en este sistema).
Soy la voz de las voces que ya no se escuchan, los oídos de los que no se entienden, la esperanza de los que pierden, la solución de los que no ven salidas, soy el analista, el psicólogo de una sociedad enferma por su propio macro-funcionamiento, soy el paleativo de la inevitable locura, el alivio de mamíferos en un matadero del cual sólo puedes ser víctima o victimario (y también formo parte). Veo con desgano como una empresa de cigarrillos celebra el aumento de sus índices de producción, mientras simultáneamente, aumentan los índices de muertes por cáncer de pulmón. Observo con detenimiento como mi Venezuela se sume en la miseria, mientras individualidades y empresas en otros países nos consideran mano de obra económica y eficiente; pagando con limosnas una supervivencia cada vez más forzada. Observo un gobierno que se preserva jugando con las necesidades primarias de su pueblo y promete trozos de carne a los más necesitados para ganar su apoyo (realidad que supera la ficción de muchas distopías).
Vivo en la constante consciencia de los innegables malestares de la humanidad, me siento y tomo notas con la sociedad en mi diván. No tengo más refugio que el cinismo, pero si hoy comparto todo esto es porque se me quiebran las palabras, es porque no puedo simular más esta parodia innegable. No puedo negar la existencia de quienes hurgan en la basura para comer, mientras otros se jactan de cuánto pueden tener. No puedo negar el sin sentido, mi meta-análisis, mis suspiros. Es imposible no percatarse de que todo está mal y aún así, yo como tantos, tengo que caminar.
Algunos celebran la liberación económica con el auge de las criptomonedas, yo sólo observo la continuación de un circo en otra sede, en la que los los payasos, malabaristas, equilibristas y fenómenos seguirán siendo los mismos. “Nosotros”.
Fuente
Excelente..y cómo nos salimos del circo?...estoy leyendote...me gusta como escribes.
Esa es una excelente pregunta. Te mentiría si te digo que tengo una respuesta concreta a ella, no quisiera simplificarlo demasiado, pero ningún circo funciona sin su personal. Lo primero es una idea, que se extiende y va creciendo en cada uno de nosotros, luego esa idea son palabras y esas palabras comienzan a hacer ecos hasta conformar una especie de consciencia colectiva que termina en acciones minoritarias, que luego crecen y son mayoritarias, hasta que el circo es desmantelado. Hablo en términos abstractos porque no tengo los concretos, pero lo irreal dejará de existir cuando dejemos de creer en ello simultáneamente.
Es curioso cómo a través de contradicciones expones tantas verdades. Tu escrito sonó a crítica a pesar de que tiene aires de reflexión.
No creo que sea posible salir de el circo que describes, a pesar de que más de uno se ha dado cuenta de que seguimos haciendo lo mismo que casi nos lleva a nuestra propia destrucción.
¡Gracias por la valoración! Quizás no sea posible, es un macro-sistema demasiado grande como para desmontarse con mera intención, sin embargo, me es inevitable tener alguna esperanza en medio de mi acto de malabares. Si más personas vemos el circo, quizás su propio personal lo haga quebrar.