Relato / La ilusión de Juan

En una tierra muy lejana existía un reino lleno de mucha prosperidad llamado Amatista, gobernado por un rey con el corazón más humilde que se pudiera encontrar. Su nombre era Ricardo, amado por sus súbditos en todo el reino especialmente por la clase baja, ya que siempre los ayudaba para que nunca faltara la comida en sus casas, la abundancia era plena. El joven rey había crecido con muy buena educación, por lo que le gustaba mucho ayudar al prójimo.

Con apenas 22 años el rey era considerado muy joven para gobernar, pero a nadie parecía preocuparle este hecho, ya que gobernaba con gran sapiencia y sabiduría. El rey siempre tenía un consejero a su lado, este era su gran amigo de infancia, él se especializaba en diplomacia y los tratados entre los distintos reinos de los alrededores, gracias a eso ayudó en varias ocasiones con sus buenos negocios al reino, pero este amigo, de nombre Juan, lo impulsaba una enorme codicia, su objetivo era destronar a su rey.

Todo empezó cuando un día, en una justa de duelo de caballeros donde el rey y su consejero participaron, el ganador pasaría el día con la joven más hermosa de todo el reino, Juan se propuso a ganar.

El rey y su amigo se enfrentaron en la justa final, fue un duro duelo en el que el rey salió victorioso. Sintiéndose decepcionado y humillado ese día, Juan se juró asimismo que se esforzaría para ganarle en todo al rey, cosa que no había logrado, mas sin embargo, no desistía de sus malas intenciones.

El tiempo continuó trancurriendo y el consejero Juan ya tenía 4 años planeando una traición para boicotear y apoderarse del reino, pero el rey era tan amado que nadie quería ayudarlo con su propósito por lo que planeó acudir a un reino vecino llamado Paladium.

Juan no sabía qué hacer y obró un macabro plan para destronar al rey, desterrarlo del reino y quedarse con su tan anhelado trono, ya que eso es lo que más le importaba al rey. Pasó años de su vida planeando, pero no hallaba el momento indicado para ejecutar su plan, hasta que un día le fue informado que a la mañana siguiente tendría que partir en un viaje a otro reino por un acuerdo diplomático que el rey la había encomendado, este trabajo requería de un viaje de dos días de recorrido, en el primer día se presentó una tormenta cuya lluvia y relámpagos alteró a los caballos y no les quedó más remedio que buscar refugio.

De repente, un rayo cae muy cerca del sendero por donde pasaba el carruaje, lo que causó que los caballos se desbocaran, empezaron a correr como locos ciegamente, ocasionando que la carroza se saliera del camino y se estrellara contra un árbol. Juan quedó inconsciente por el descarrilamiento y despertó a la mañana siguiente con un terrible dolor a causa de sus heridas. Estaba solo, cansado, sin nadie que lo pudiera ayudar. Luego de un rato caminando por el sendero, divisó una choza escondida entre los árboles. Juan no esperaba encontrarse con esta guarida de algo o alguien tan poderoso que lo ayudaría a acabar con el rey.

Al acercarse y tocar la puerta lo recibió un viejo de aspecto demacrado, el cual le dijo lo siguiente:

-Yo sé a qué has venido, el destino te ha traído hacia mí. Yo soy el gran brujo Andrade.

-Dudo que un charlatán como tú pueda darme lo que quiero.- expresó Juan.

-Ponme a prueba.- dijo el brujo con una sonrisa.

-Está bien- y con voz burlona Juan dijo: -Deseo matar al rey de Amatista y quedarme con el trono.

-Hecho.- dijo el brujo riéndose, seguidamente chasqueó sus dedos.

En ese momento, Juan cayó desplomado en el suelo de la casa y al despertar está en el castillo siendo coronado. Le informaron que al terminar el evento de coronación, tenía que ir a ver el entierro del rey fallecido, él se negó rotundamente en ir al funeral, pero eran las leyes del reino así que no tuvo más opción. Fue a ver a su mejor amigo, muerto, a esa persona que el mismo había matado con sólo desearlo. Al verlo se sintió muy raro, se conciencia le pesaba, sólo le venían a la mente los buenos recuerdos que había vivido con su amigo.

Se sintió tan dolido que corrió al castillo, se encerró en su cuarto y no salió en días. No quería comer, no quería atender sus deberes en el reino. Un día se acercó a la puerta, llamó a un súbdito y le pidió que le trajeran un pergamino, en el pergamino escribió esta historia y todo lo que lamentaba al terminar de escribir todos esos sucesos que se lamentaba. Al final de la carta, se puede leer:

Te amo amigo discúlpame, por ser tan egoísta. Ya te alcanzo para disculparme.

Al terminar esa frase, atravesó su corazón con un cuchillo. En el momento que sucede eso Juan despierta en el castillo del reino. Lo primero que ve es a su amigo y le pregunta cuánto tiempo llevaba ahí, para su sorpresa se entera de que llevaba tres semanas en ese estado. Desde ese sueño, Juan decidió cambiar su forma de ser con el rey, volvió a ser ese amigo fiel y sin rencores, olvidó esa tonta apuesta.

Los años pasaron y el rey murió. En su testamento dejó dicho que, debido a que no tenía hijos, el próximo rey seria Juan. Confiaba plenamente en que su amigo haría un trabajo mejor del que él hizo.