Esos atardeceres plácidos cuando el sol comienza a ocultarse, mientras camino descalza sobre la tibia arena, permitiendo que el ir y venir de las olas moje mis pies desnudos, la fresca brisa del ocaso acaricie mi piel y me despeine el cabello, dejo escapar un lento suspiro de ensoñación, recordando las veces en las que caminé así contigo tomados de la mano...

De pronto las lágrimas acuden a mis ojos y un sofocado gemido de dolor escapa de mi garganta... me dejo caer en la arena y comienzo a llorar. Lloro al darme cuenta de que no he logrado superar tu partida y a pesar de que el tiempo ha pasado, te sigo teniendo presente en mis pensamientos como el primer día.

Vuelvo al día en que me besaste por primera vez, fue un beso tan suave y amante como cabe imaginar y recuerdo haberme preguntado si alguna vez volvería a recibir un beso así en mi vida... eso solamente sucedió contigo...

Creo que nos enamoramos de inmediato.

Navidad y Año Nuevo en familia y en enero, Finlandia e Islas Canarias. Un viaje inolvidable. Recuerdo la magia de sus calles, la gente, los artistas, pintores y poetas callejeros, comenzaban a deleitar a los transeúntes con sus exposiciones a lo largo de las aceras, cuando comenzaba a oscurecer.

Definitivamente, fuiste un regalo en mi vida en todo sentido. Un hombre especial, cuyas miradas de amor y deseo ardiente, eran solo para mi. Un hombre que me respetó y me amó por encima de todas las cosas...

Hoy estarías de cumpleaños, pero Dios decidió llevarte a su lado de una forma inexplicable, abrupta, dejando un vacío inmenso en mi corazón.

Siempre te voy a amar...

Ésta fue, es y será nuestra canción...