Sé que no todo cuento resulta ser hermoso o tiene un «fueron felices para siempre». Tal vez, muchos cuentos fueron escritos solamente para ser recordados.

No importa si escribiste en un cuaderno. No importa si fue en un trozo de papel. No importa si fue escrito en una servilleta; creo que da igual donde haya sido escrito.

Hay caricias tan bellamente intensas que permanecen aún después del roce; hay sonrisas que cuando se manifiestan, parecen hacer que el sol brille en ellas.

Hay momentos que hemos pensado que el camino más corto es el correcto. Hay momentos que nos recuerdan que la felicidad no siempre es el éxito.

El éxito no depende de llegar a la meta, sino de ir disfrutando del recorrido; nos preocupamos tanto del futuro que olvidamos ocuparnos del presente.

Sé que aún queda mucho que aprender, sé que aún queda mucho por recorrer; actualmente mi vida está en construcción pero ha estado mucho tiempo en demolición.

Muchas veces he tenido que cerrar los ojos y respirar profundamente para continuar. Me he aferrado con fuerza a la esperanza, secando dolorosas lágrimas que no cesaban.

No importa cuántas veces se escriba una historia, ni cuántos borrones hubo, o si el lápiz tenía punta; o cuántas hojas de papel a medio escribir, arrugamos y lanzamos a la basura, con palabras sin terminar.

Las veces que sean necesarias, nos reinventaremos. Muchas veces tropezaremos, otras veces caeremos, pero como el Ave Phoenix, nos levantaremos con más fuerza, para seguir adelante hasta el final.