Microcuento de horror - La pintura en la colina

in #spanish6 years ago (edited)


En la imagen, una copa de vino verde, una manzana y una mano acercándose a la fruta por la izquierda. La luz apenas se centra en la copa, como si el resto estuviese casi en la penumbra absoluta.

Eleanor, estudiante de la promoción 1977 del liceo Vicente Aizpúrua, camina todos los días cerca de aquella casa en la colina para llegar a su respectivo aposento educativo. Siempre mira la casa con cautela, la observa de reojo y a través de la ventana aquella pintura perturbadora. El la observa y le causa curiosidad. Nunca ha visto a nadie salir de aquella casa. Le ha preguntado a su madre al respecto y ella nunca logra ubicar la casa de la que le habla, a Eleanor se le hace imposible pensar que no sepa donde queda aquella casa en la colina.

Un día, de camino a su liceo, Eleanor observa la pintura en la ventana, pasa de largo y se detiene. Necesita entrar. Se regresa y coloca su mano sobre la manilla de la puerta, grita si hay alguien, pero no hay respuesta. Pasa por el umbral y la casa se encuentra a oscuras. A pesar de ser temprano, hay pocos rayos de luz en el lugar. Al frente, una escalera enorme hacia el segundo piso, a los lados dos pasillos casi eternos. El pasillo izquierdo es aquel donde se encuentra la obra que el ve a través de la ventana. Un silencio aterrador hace presencia. El se acerca casi de forma magnética hacia el pasillo izquierdo. Al caminar por el pasillo escucha el crujir de una puerta, se detiene, escucha el aleteo de un pájaro afuera, sigue caminando lentamente, se detiene, un objeto parece caer en el salón, tiene miedo. Al frente está la pintura de la copa, la manzana y la mano, aquella que desea mirar con detalle. Se voltea, tratando de escuchar o ver si hay alguien mas en aquella casa. Al regresar la mirada al frente, observa de nuevo la obra, está la copa, la manzana, pero no está la mano hacia la izquierda. Un escalofrío aterrador sube por su espalda y corre por el pasillo casi eterno, acelerado se aceca al umbral de la entrada. Intenta abrir con desesperación la puerta que dejo casi abierta y que ahora está cerrada. Toma la manilla agitado y mira por encima del hombro derecho. Por el pasillo la pintura se asomaba como si alguien la tomara por el marco superior. Aterrado se da cuenta, que una mano sin el cuerpo la sostenía y la acercaba lentamente. El terror era absoluto, la manilla se aflojó y en medio de la agitación por el miedo se soltó y abrió la puerta. Eleanor corrió hacia la calle pálido del miedo. Se fue directo hacia su casa. No volvió a pasar por aquella colina como parte de su rutina.

Semanas después de no volver a pasar por la colina del pueblo, Eleanor decidió regresar por aquel camino a pesar del miedo que le causaba. No tenía pensado volver a entrar. Al subir por aquella colina, la casa no se asoma, la casa ya no estaba. Confundido y asustado, Eleanor se retira y decide irse por otro camino. Al llegar al liceo Vicente Aizpúrua se le acerca un compañero de clases y le menciona "Hoy pasé por la colina para llegar aquí, nunca había visto esa casa, creo haber visto a alguien saludando con su mano a través de la ventana"


  • Texto escrito por mi persona

  • Fuente de la imagen

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¡Escalofriante! logras el cometido de la historia con cada letra, muy buen relato.

Me encantan las historias tenebrosas...

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