Vientos de Libertad

Y ahí estaba ella, en contraposición con todo lo obsoleto y tradicional, y ahí estaba el mundo implorando su orden y su disposición, mientras ella gritaba sin clemencia nunca seré lo que ustedes desean.

Y se envolvió en las llamas de la oscuridad, mientras el fosfato acorralaba cada olor de las paredes del castillo invernal, en el cual ella se movía sin descuido y sin recelo.

¡Que sea dulce y bonita! ¡Obediente y tranquila! Así gritaban ellos. Acaso no lo saben, Nela no nació para la calma, Nela no nació para el estatismo. Su lugar era en el viento invernal, danzando con las rolas del violín renuente sin igual.

Ella no pertenecía a ese mundo de la obediencia y el receso, ni tampoco al de la decadencia y el hedonismo sin cielo.

Ella pertenecía a algo más, que iba más allá de lo correcto y el deseo sin igual, se pertenecía a sí misma y solo a ella, bajo sus propias reglas y matices, bajo sus propios suspiros y raíces.

Ellos volvían, una vez más y le imploraban regresa, regresa y acepta tu rol sin igual, mientras ella corría tras el silbato del ayer y se desplazaba a nuevos vientos de libertad por doquier.

Con amor.

Daniela.