Hay mucha razón entre tus palabras, colega. Eso de «la calma», es muy cierto, ya que, de algún modo u otro, quien escribe tiene el privilegio de observar detalles que el resto ignora, los cuales, suelen ser vistos por quienes se bajan de toda esta maquinaria andante que mantiene operativo y funcional el mundo, para caminar y disfrutar un poco del trayecto, así este no siempre sea por un sendero fortuito y tenga la costumbre de ser pedregoso y adverso.

No somos más ni menos, pero hacemos del arte un menester diario en nuestras vidas. Ya con eso, hay que ser conscientes de las consecuencias, y, por fortuna, hasta de la demencia puede sacarse provecho cuando se pretende crear nuevas obras.

¡Igualmente para ti, hermano! Saludos.