Reflejos de la soledad,
lágrimas que no lavan el alma.
Es el deseo desmesurado por llegar a hacerte falta,
porque quieras empezar la aventura cada mañana.
Conozco ese deseo, es desgarrador. Y sí, cuando eso pasa, la vista se empaña y poco puede aliviar al alma.
Hermoso poema. Un abrazo.