Itan

-¿Alguna vez tuviste un sueño, una meta, un camino o un futuro?

-La verdad, siempre lo tuve; pero vivía con una preocupación de si alguna vez llegaría a cumplir todo mi prometido, nada se vuelve fácil después que vas creciendo en un mundo patas arriba; un mundo en que el robar una vida es un placer y el amor es un pecado, en donde una cruz pesa más que el pensamiento propio, en donde la naturaleza es apreciada por un aparato al cual llamamos el futuro.

-¿Tuviste miedo?

-¿A qué?

-¿A morir de esta forma?

-Aunque suene algo descabellado; nunca lo tuve, siempre estuvo presente en mi memoria que esto pasaría; al final todo tenemos que morir. –Su rostro se ilumina con una sonrisa-

-Y ¿Cómo paso?

-Oye haces muchas preguntas, ¿acaso eres detective?

-Antes lo era.

-Oh, ¡mierda!, pues la verdad no me acuerdo de mucho, pero lo intentare, mi padre lo apodaban el “ogro” y eso se debía a la altura y a su temperamento para resolver las cosas. Para desgracia de él yo no fui privilegiado por ningunas de sus cualidades, no era tan diferente a él pero a mi papá nunca le vasto. Un día después de llegar del liceo antes de entrar a la casa respiro profundamente y con determinación abro la puerta y sin mirar a los lados avanzo hasta mi cuarto, me quito el bolso, me quito la ropa y me meto al baño a bañarme y hacer cosas de adolescentes. Al salir me pongo una muda de ropa nueva y salgo a la cocina y al entrar todo se veía igual que siempre, mi madre fregando los platos y mi papa con su temperamento sentado en la silla de la cocina, acto seguido siento un dolor punzante e infinito en mi rostro del lado derecho que hace que me caiga al suelo más rápido de lo cual una persona caería, después comencé a sentir fuertes golpes en diferentes partes de mi cuerpo y dos voces, una decía, que se detuviera que lo iba a matar, que no era la manera de resolver las cosas y la otra respondía, que tenía que cambiar a la fuerza y para eso está él. Sentía que partes de mi cuerpo se ripian y no solo eran mis huesos…pude sentir como de mi boca salía un líquido un poco más espeso que mi saliva y con un sabor diferente, después de eso todo se calmó por un momento y lo único que podía ver era una luz amarilla opaca en el techo titilando en ciertas ocasiones, intente moverme y salir corriendo pero mi cuerpo no respondía, sentía un calor punzante en zonas específicas de mi cuerpo y de la nada comencé a llorar y no llorar por que me habían golpeado sino por todo, por mi sexualidad, mis amigos, mis estudios, mi amor frustrado, mis abuelos, mis papas y todo aquello que tuvo importancia para mí y por lo cual no puede hacer nada para ser mejor y no ser mejor para los demás sino para mí. Después de esto siento un grito aterrado y lastimado con un dolor fino y fugas en la parte de mi corazón, ahí supe que todo había llegado a su final.

Fuente

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Escrito de Rey Godoy 06-08-2018