¿Puedes ayudar a alguien a dejar de fumar?

Si tu amigo o familiar es fumador ocasional, digamos de menos de un paquete (20 cigarrillos) diario, y con el hábito no muy enraizado, le será relativamente fácil.

Si es un fumador empedernido, de como mínimo uno, dos o tres paquetes diarios, durante largo tiempo, el que alguien le resalte los peligros de fumar no le hará nada. Un fumador sabe lo peligroso que es fumar. Lo conoce en propia carne, no porque se haya leído algún prospecto detallando sus peligros. Él los tiene presentes constantemente.

También conoce los distintos métodos para dejarlo. Algunos fumadores leen los nuevos métodos que aparecen, compran nuevos libros sobre lo fácil que es dejar de fuma; aunque es totalmente necesario estar mentalmente preparado para dejarlo en ese y cualquier método, por lo que su lectura sin voluntad clara y definida de abandonar el hábito, sería solo una pérdida de tiempo.

¿Podrás ayudarle?

¿Podrías ayudar a una persona obesa a mantener la dieta durante años? ¿a una persona enamorada de otra que le hace daño a que se desenamore? ¿a un alcohólico a dejar la bebida? ¿a un drogadicto? ¿a un ludópata, quizás? En todos esos casos es fácil dar consejos sobre la conveniencia de dejar el hábito, pero es bastante más difícil que el sujeto cambie su mentalidad, que es la clave pero que únicamente depende de él.

En todos esos casos, las personas conocen sus problemas, los inconvenientes de sus acciones y lo felices comiendo perdices que serían si eliminan el hábito, pero el problema está muy interiorizado y las palabras, simples palabras, no les van a causar ningún impacto, ni harán que su voluntad cambie, si ellos no quieren.

En esos casos, no es una cuestión de dependencia física ni química del cuerpo. Yo he dejado de fumar cuando me he visto obligado. Una vez, en África, no había cigarrillos en el lugar donde estaba así que era imposible adquirirlos y, por tanto, dejé de fumar durante al menos unas semanas, pero en cuanto regresé a Europa volví a fumar. No estaba preparado mentalmente. En las operaciones quirúrgicas a las que me he sometido en los últimos años, también dejo de fumar sin problemas, la semana preparatoria de la operación, la UCI y el tiempo de convalecencia, mas algunas otras semanas que me apetezcan. Puedo estar varios meses sin fumar sin problemas, pero como no estoy mentalmente preparado para mantener esa abstinencia para siempre, vuelvo al tabaco.

La dependencia es solo, o casi exclusivamente, mental. El cuerpo aguanta en abstinencia sin mayores problemas, no solo para fumadores, sino también para alcohólicos o drogadictos.

¿El método que mejor funciona en esos casos para cambiar la mentalidad?

Seguramente es, con ligeros cambios para cada situación, el usado para drogadictos: dejar que se hundan completamente, sin misericordia, sin ayudarles. Será entonces cuando su propia mente reaccionará ante la situación y voluntariamente querrán salir del hoyo. No es infalible en todos los casos, pero es el que más y mejores resultados ofrece a la larga.

Para el fumador esa situación se podrá dar cuando su salud dé signos de fuerte empeoramiento, o cuando su vida social se vea muy perjudicada por su constante deseo de fumar, o haya nuevas situaciones familiares en las que el humo afecta negativamente a otros miembros, como embarazadas y niños, y cualquier otra similar. Entonces, su dependencia al tabaco se encuentra en momentos débiles y más susceptible para cambiar y dejar el hábito.

En esas ocasiones, un buen empujón por parte del entorno cercano y su apoyo pueden ser decisivos para dejar definitivamente el tabaco. Pero solo él lo conseguirá.