Relato de ciencia ficción: El ultimo tigre (1).

in #spanish7 years ago (edited)

Hace unos años escribí un relato que por aquel entonces me gusto mucho. Su primera aparición pública fue en mi blog llamado igual: Poesía Empírica. Este era un primer borrador plagado de erratas gramaticales y de puntuación. Hoy les traigo el relato, rescatado de las arenas del olvido, y presentado correctamente. Dada su extensión, me tome la libertad y funciones de un cirujano, y lo piqué en tres partes que espero subir consecutivamente. Espero les agrade y me hagan saber con sus comentarios que les ha aparecido. Al final del mismo les dejare un enlace a mi antiguo blog.

El ultimo Tigre.

Caminaban uno detrás del otro entre el bosque artificial. Esto no quería decir que no había árboles naturales, los había, solo que muy escasos.

Jim levantó los binoculares y oteó un claro soleado con una enorme palmera de plástico sombreando. Clark sonrió e hizo un ademán de encaminarse hasta allí. Se sentaron en la sombra, dejando los bolsos de campistas y las escopetas arrimados a la palmera.

Clark se levantó enfadado consigo mismo.

— Llevamos una semana en la umbría de este bosque. Y nada. Nada de nada. Ni tigre ni una mierda. — Sus ojos azules se enrojecieron de ira, sus mejillas perladas y su semblante adusto se contrajeron en una mueca.

— Los del pueblo dijeron que el último Tigre rondaba por aquí. Pero llevamos ya una semana y no hemos visto nada, ¿y si nos mintieron? Deberíamos dejarlo Clark – Jim habló en un leve susurro, temeroso de acrecentar la ira de su compañero de cacería.

— ¿Dejarlo? ¿Quieres decir abandonar este bosque y olvidarlo?. ¿Huir? ¿Quién mató al último León, al último Elefante? Fui yo. Y claro Jim, tú ayudaste un poco. ¿Sabes cuánto dinero...¿digo dinero? ¿La fortuna que podríamos obtener con la cabeza del último Tigre? Imagínatelo... todos se volverían locos por tenerla adosada sus salones lujosos, claro que sí, ya me los imagino enseñándosela a sus invitados mientras fuman y beben, Jim.

Este último miró el paisaje de artificio, cerca, una cascada eléctrica que hacía mover una cinta de vidrio en ondulaciones que recordaban el agua al caer y un ruido proveniente del aparato daba la ilusión de chapoteo. Al lado había un pozo seco.

— ¿Y si lo cazaron? ¿y si el Tigre murió?. Esto está mal, no es natural, mira aquello. — dijo Jim mientras señalaba la cúpula que cubría el bosque en donde

se elevaba un sol falso, con paneles que alumbraban detrás, como un invernadero. El cielo era un hermoso decorado, con nubes algodonosas y pájaros pintados.

— ¿Recuerdas cuando no vivíamos bajo tierra?—prosiguió derrotado— Tu eres mayor que yo, podrías ser mi padre. Lo digo porque mi padre solía divertirse con historias increíbles en donde había manadas de animales libres corriendo por la llanura salpicando con sus patas el agua de un riachuelo, decía. La cara se le tornaba distinta, más bella cuando recordaba un pasado que fue feliz. Muchas veces antes de morir nos apostilló; Teníamos el Paraíso pero lo matamos. ¿Cómo es el cielo Clark? ¿Brilla como este robótico?

En su traje de marrón desvaído Clark dirigió una mirada nostálgica a la vastedad de fantasía, a los animalejos pintados, las plantas de plástico y los ventiladores que hacían mover subrepticiamente sus hojas.

— Fueron días buenos Jim—reconoció cansado el Cazador. — Podías andar en bicicleta, sentir el sol en la espalda sin pastillas que te proporcionen vitaminas E. Sol verdadero. El viento en la cara—vio las mochilas, triste—sin tanques de oxígeno para sobrevivir. Podías comer realmente, sin inyecciones de alimentos para subsistir. Pero eso es el pasado, después de las bombas nos ocultamos bajo la tierra en vez de luchar. Qué cobardes éramos Jim. Qué cansados estábamos. Si, antes había muchos animales. Ahora sólo queda este último Tigre y nosotros, ¡qué lástima!

Jim no sabía si sentirse triste por haber perdido todo un mundo que no conoció, por la triste suerte del Tigre, o porque dentro de sí se sabía mucho más bestia y menos humano.
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Fuente

....

Recordó cómo habían llegado al pueblo y les habían confirmado, que en efecto, en su bosque se encontraba el último Tigre. Pensó en las llanuras de

mármol blanco, en los bosques, pantanos y selvas controlados por especialistas donde habían cazado.

El pueblo se llamaba Snark, que en su lengua materna, significa "Alma animal".

Después que en la superficie se disolvieran los continentes, quedando un vasto e infinito océano se habían formado, allí abajo, ciudades subterráneas. Habían construido réplicas exactas de Nueva York, Montevideano, París, Londres y por supuesto pequeños pueblos como Snark.

Jim había conocido a Clark en una gran fiesta a través de su tío—un político eminente que formaba parte del nuevo gabinete de gobierno—lo presentaron con el nombre de la "Extinción" por las innumerables especímenes que había borrado. Pero dentro de la élite de "extintores" — caza recompensas que se dedicaban dar el tiro de gracia a las últimas presas— lo llamaban "El perfecto Cazador" por la pasmosa habilidad de estar siempre en el sitio correcto.

— No parece lo que era—le refirió su tío en una carcajada— Antes, arriba, era un simple profesor de historia, ahora sus tizas sueltan plomo y siguen levantando polvo.

Después de aquello "El cazador" se había interesado en el abogado que nunca fue Jim, al confesarse este con su secreto apasionamiento por los animales. "Un enamorado de la Naturaleza Muerta", muy poco frecuente entre sus condiscípulos.

Así habían recorrido—cada vez que a Clark le llegaba información de sus chivos expiatorios — Ciudades con bosques propios, desembolsando grandes sumas para que los guardias que cuidaban el animal hicieran la vista gorda.

Aunque hubo ocasiones, como en Nueva Berlina, donde tuvieron que batirse con soldados de Protección de la Fauna. Jim demostró un tiro perfecto y un temple de acero.

Después de eso habían formado un dúo mortal, dentro de sus logros podían jactarse de haber aniquilado al último León, aquella vez en Nueva Berlina, el último Elefante y ahora, el ultimo Tigre.

En Snark, no había Protectores de la Fauna ni nada parecido. Su bosque artificial, yacía años en decadencia por la incapacidad práctica de los controles que quedaban en el corazón, inaccesibles, ya que este era dominio de los Snae, un grupo amantes de la tierra, que encontraban su asentimiento allí. Tenía una aldea, en donde intentaban revivir la comunidad con la tierra, o lo más parecido que pudieron encontrar. Nadie del pueblo había intentado quitarles la central, por apaciguamiento y por los rumores extraños que los integrantes de la aldea, eran inseminados con animales, hijos de estos, o se habían efectuado costosas cirugías para parecerse a las bestias. Aparte de estar en su poder la central, ellos custodiaban el último Tigre.

Ahora llevaban una semana allí perdidos en un bosque con un disco soleado pero frío. A pesar del decorado resplandeciente el tiempo era helado. Clark volvió a incorporarse con su chaqueta gruesa, tomó la escopeta, y al hablar un vaho blanco salió flotando.

— ¿Antes no hacia tanto frio verdad? deben saber que estamos aquí. Creo que el último Tigre está en su aldea. No creí que fuera tan difícil, pero si fuera fácil, fuéramos profesionales de las Rosas— Cazadores de flores exóticas y extrañas, los dos gremios se tenían acérrima antipatía.

Miró a Jim que lucía alicaído, derrumbado junto a la palmera. Clark sintió compasión pero no dejó que se trasluciera.

— Esta será la última vez Jim, además, ya no hay más animales. Compraremos unas casitas en esas playas que dicen que son idénticas a las...
¿qué? bueno, tu nunca las conociste pero soy un auténtica maravilla. Muy bonitas si, y estará todo bien. Maldita sea, comenzó a nevar. Están controlando los paneles. Estará todo bien, te lo prometo Jim. Mataremos a la Bestia.

Tomaron sus morrales, las escopetas y emprendieron el camino en busca de los Snae.
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Fuente

Después de tres días de caminar sin rumbo llegaron a una ladera en donde en el fondo se podía divisar una construcción de piedra caliza, se oía el rumor de las conversaciones, música festiva y el humo subiendo en espirales.

— ¿Qué es eso?— Preguntó Jim.

A pesar de haber estudiado en una universidad prestigiosa, a veces se sentía perdido, huérfano de la reminiscencia de ese mundo mutilado.

— Es un templo. Antes, en la superficie, existían por doquier. Algunos lo usaban como motivo para su maldad, era algo así como la salvación espiritual en un Dios. Fraude.

Como todos los hijos de la tierra muerta, Clark sentía un odio punzante contra el Dios que dejó devastar su Creación.

Estaban agazapados detrás de unos matorrales bajos cuando oyeron pisadas. Se levantaron de súbito, alarmados. Era una pequeña comitiva, compuesta por seres pintarrajeados, quedaron paralizados. A la espalda de quizás cinco de ellos, se reveló la monstruosidad. Una criatura con cuerpo humano rematada por una cabeza con dos colmillos de marfil, una trompa siseante y orejas pronunciadas. La bestia Elefante sonrió.

— ¿Dónde está el Tigre? podemos costearlo— dijo Clark tanteando el terreno.

Jim nervioso, cargó la escopeta y apuntó a la Bestia. Al no verse en constante exposición sólo una tercera parte de la tribu iba armada para cometer actos de pillaje en el pueblo.

— ¿Por qué? váyanse— un muchacho traqueteo un revólver.

Jim vio en aquel Hombre-Elefante lo que tanta veces quiso ignorar en sí. Su propia tragedia oculta. La añoranza por un mundo que nunca lo vio nacer, nunca lo vería morir y solo le permitía el acceso a través de sueños manchados en sangre.

— Ya maté al último Elefante, no serás el primero puta.

Clark restalló su escopeta y en un parpadeo el hombre Elefante cayó en un charco rojizo. Hermoso y único. El muchacho del revólver apuntó sin saber qué hacer y una flor radiante y roja se abrió en su pecho.

Uno de los salvajes atacó a Jim con un machete que permanecía estático. Disparó cerrando los ojos. Magia. Había otro muerto. Jim respiró.

Clark disparaba a diestra y siniestra convirtiéndolo en una carnicería enloquecida. La espesura ficticia se manchaba de sangre verdadera, y en el suelo había charcos rojos en una tierra que nunca absorbería. Nunca los absolverá.

Los ojos del Cazador estaban inyectados en sangre y a Jim le pareció ver que le salía espuma por la boca mientras su cuerpo se destornillaba en un odio masivo. Disparando, disparando.
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Fuente

Fuente del Blog:http://lugiperdomo.blogspot.com/2017/05/el-ultimo-tigre.html

Así mismo quiero agradecerles por el apoyo que ha tenido mi serie Bitácoras Nostálgicas. Gracias a todos y ojala hayan disfrutado de mi historia.

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Muy bueno, espero tu apoyo. Saludos

Looks like my Indian Tiger.

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