Relato como protesta: La sangre del pueblo

Hoy volvi a la vieja librería Lamas. Y mientras ojeaba las novelas de los europeos de hace un siglo, que nunca hubieran creído que aquí llegaríamos a leerlos, vi, casi sin querer, como si lo hubiera perdido también, el viejo recuerdo de tus ojos achispados mientras reías.

Y reí y sentí que volvía a retomar aquella risa, confidencial de los dos, hace tanto tiempo atrás. Como si en alguna parte del mundo tu estuvieras riendo, recordando cuando eramos dos locos perdidos entre las calles de Caracas, empozados en el sudor del mediodía, el humo, las cornetas, los gritos de los moto-taxistas y las campanas de la iglesia llamando a la dicha de Dios.
Revolviendo los libros de las Fuerzas Armadas mientras soñábamos entre las punzadas del hambre y la risa, que locos Lau, todo lo gastábamos en libros y no dejábamos para comer y si había protesta y cerraban el metro acobardados caminábamos hasta Plaza Venezuela viendo los murales de Bellas Artes. Pietri, Silva, Gallegos.

"¿Y qué quieres que haga? tenemos hambre, pero no, no sirve. Protestamos un día y casi... puedes sentir que hacemos algo. Ahí, corriendo, es real. Pero al día siguiente dialogas y no ha pasado nada. Como si los muertos por esos resucitarán, no, no sirve. "

Atravesando Parque de los Caobos, sombreado por los árboles y esquivando a los ciclistas, intento abrir las escasas puertas del museo de arte y tú diciéndome al ver las esculturas toscas " que vaina tan fea, el arte está en la calle" "¿En los murales dices tu?" "No vale chico, en los escudos de los estudiantes" "no creo que sea arte..." "¿como que no? ¿no ves la sangre que salpica de color las calles? las manifestaciones son el arte del pueblo.