Las ultimas cartas lanzadas al viento.

He vuelto a escribirte, Emma.

Había jurado no hacerlo; al fin y al cabo, nunca obtengo respuesta. Así que, me prometí no volver a cometer ese error, pero entonces, tu mirada me desborda, como si fuera un gran mar. Y en cuanto me quedo solo y creo que nadie me ve, hablo contigo. Sé que no debo hacerlo, pero no me importa, igual lo hago; sobre todo cuando recorro la ciudad.
Siento que ya no te escribo a ti, o que sí lo hago, pero al mismo tiempo a mí también. Quizás sea cierto eso de que somos el reflejo de quien nos amó.

Suelo recorrer la ciudad con mis propios pies, ya que los autobuses han desaparecido; antes también solía hacer esto, pero ahora... Ahora también veo a una enorme masa caminar bajo la luz del día. Y me siento solo, Emma, como si lo que estoy viendo fueran cadáveres sin rumbo.

Fuente

Sé que ya no estás en el país, y de alguna forma, creo que ninguno de los que quedamos acá lo está. A veces paso por tu casa y veo la fecha de nuestra primera cita en el marco de la puerta. No puedo recordar nuestra primera cita. Pero en mi memoria siempre estás sonriendo y me preguntas que qué me pasa, porque al parecer no sabes que eres un sueño, Emma, y te crees que eres de verdad, y me dices que está todo bien, que si no te amo. Y yo te digo que claro, que siempre te he amado y entonces ahí sí me pareces real y cuando corro abrazarte vuelvo a encontrarme calles vacías y a las personas caminando en aceras llenas de polvo. Creo que estoy confundido y tú ya no estás para llamarte al fin de la noche y conversar, que me digas las verdades tan lindas que solías decir.

La señora de al lado siempre me ve deambular por tu casa; primero, me ha dicho que te fuiste y yo le dije que ya lo sé, que siempre me decías que querías ir a Argentina, y me pregunta por qué regresas siempre entonces y yo le contesto porque a veces espero que no fuese así, que aun estas aquí. La señora me cuenta de su hija que vive en Panamá, es gerente de un banco importante y le manda dinero para vivir; me dice que le va muy bien, pero muchas veces está triste porque su mamá está aquí, y a mí me gustaría ayudarla, pero más me gustaría que te encontrarás con ella y que así hables con la hija de la señora que se siente tan sola por allá lejos, alejada de su familia, y así las dos se alegren un poco.

Me gustaría que todos en la ciudad pudieran encontrarse con los que se fueron. Entonces ya no tendría que mandarte cartas tan largas, Emma, sino abrazarte, pero no como en los sueños en donde te desapareces, sino de verdad, y decirte cuánto te he echado de menos. Te he escrito tanto que pudiera relatarte toda mi vida.