Carta a una señorita en España
Hoy pasé por el casco viejo de la ciudad, estaba vacío y un poco más tristón, deprimido, justo como el país.
Me acerqué a la vieja librería, la del colegio ¿recuerdas? Estaba en los huesos, solo quedaban unas revistas y unos cuantos libros de Bolívar. La calle está hecha polvo.
Me gustaría que regresaras de España, pero a la vez, no quisieras que vieras lo que le hicieron a nuestras calles, están devastadas, parecen una gran herida, como las que todos los venezolanos llevamos dentro.
Aunque sé, que tú hubieses regado unas cuantas flores en las ruinas: “Para que fuera un desastre, pero bonito”, como solías decir.
Cada vez esto se está pareciendo más a un pueblo fantasma. Saludas a un pana… y luego, a los meses te dicen que está en Chile, se fue a Italia, o que va por la calurosa vía en autobús a Brasil.
La licorería sigue intacta, como cuando jodíamos, perfecta, hasta parece más nueva, es irónico porque la librería está muriendo en la misma acera. Já. Como el país. A veces me digo muy bajito, acusándome, que no estamos tan mal, que si un malandro te pide el teléfono y aguantas dos, quizás tres cachazos, regreses a casa. También, que si ahorras mucho, muchísimo, al fin de mes puedes comer tres veces, y que si digo “viva la revolución” muy fuerte, quizás hasta me den un apartamento. Después, me digo “coño, no puede ser peor” y resulta que, puede ser peor. Tú lo sabrás, ves las noticias.
A veces tengo miedo, pero sueño contigo, como si rezara tus ojos y todo estuviera bien; porque las balas nos persiguen, están en todos lados: zumbando, en el cielo, en las neveras vacías, en la noche, en la cabeza de los niños, como piojos, y te necesito. Y me provoca decir mucho tu nombre, o conjurarte de alguna loca manera, y que aparecieras por arte de magia, porque tengo tanto tiempo sin verte, que a veces me doy cuenta que justo a la una de la tarde, espero que salgas de tu trabajo por casualidad y decirte “coño, que casualidad, tenemos tanto tiempo sin vernos” como si no hubiera esperado todo el día, como si no hubiera esperado toda la vida encontrarme contigo.
No sé qué nos pasó. Quizás siempre fuimos así, es solo que ante la adversidad las ratas saltan del barco, y todos muestran su cara.
Ojalá cuando vuelvas de allá vengas riendo, porque tu risa eran pinceladas mágicas, coloreaba. Y necesito que rías tanto que los hospitales sin medicamentos vuelvan a resurgir, como árboles frutales, para que cuando camine por Los Teques no sienta la necesidad de llamarte, porque nos jodieron bien jodidos. He visto gente arrodillarse pidiendo vivir en los vagones y a la gente comiendo volteando la cara, he visto desmayarse a algún pobre diablo de los golpes, y he visto a niños jugar felices con los perros y las estrellas mientras comen de la basura. Vuelve, no seas así, y cuando llegues ríete tanto, que Dios se sienta feliz, y ríete loca, anda, y vuelve a traer la alegría para por lo menos, descansar en paz sabiendo que vi por última vez tus ojos.
Qué tiempos estos, nos dejan sin lo básico, que no es tanto el alimento como la ilusión, y aún hay que callarse la boca, que no se note que los suicidios han aumentado de una manera tremenda, que la depresión se hace dueña de las cabezas, que la violencia es la jefa de las calles. Pobrecita, mi pequeña Venecia.
Es una pena todo lo que está sucediendo, pero nos levantaremos de las cenizas. Gracias por leerme constantemente, para mi siempre es una alegría que disfrutes de lo que escribo. :)
Has plasmado tantos sentimientos de una extraordinaria manera. Incluso se me nublaron los ojos y se me anudó la garganta. Son sentimientos que todos los venezolanos llevamos en nuestro corazón y nuestro día a día. Tus palabras son mágicas. Tienes una nueva seguidora por acá. ¡Saludos!
Dime su nombre para repetir el mantra mil veces y que enmiende la costura de nuestro país roto, para que su amor por la vida nos reponga lo que hemos perdido que es mucho más que material, para que cuando vuelva, con su sonrisa serene nuestros dolores, sobretodo ese horrible ardor en el pecho cuando te duele la patria, la de verdad con niños con hambre, los hospitales y anaqueles vacíos y mucha ausencia de paz y no esa escarlata con que intentan taparla. Me encantó tu poema, me movió las fibras, esas que intento ignorar. Saludos.
Excelente, me ha encantado como captaste la añoranza del escrito y la hiciste tuya. Un placer que me leas, espero puedas seguir disfrutando de lo que escribo
El recurso epistolar da mucho juego, @poesiaempirica, para escribir sobre muchas aspectos de la vida, como tu lo has hecho en esta ocasión, como siempre genial.
Muchas gracias, siempre es agradable saber que te gusta mi trabajo :)
Me encantó demasiado
Gracias. Por cierto si les gusta la fotografía y la buena literatura deben entrar en su perfil. Espectacular.
oooooh echar de menos.....
Es muy difícil no escribir con la nostalgia en el pecho. Gracias por leer
Tu nostalgia llega hasta este rinconcito de ciudad, te has quedado custodiando los aires mientras ella tuvo que irse a regar las flores a otro lugar.
Los pasos recorridos suelen venir, irse, regresar...pero no desaparecen y aquella chica de risa contagiosa llegará mientras tú pintas la calle devastada.
Muchas gracias, siempre es un gusto tenerte por aquí. Sí, la nostalgia es contagiosa. Pero cuándo vuelva mis días seran mejores. Gracias por leer :)